EL ARRANQUE DE LA CIUDAD RODRIGO MEDIEVAL. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

03.03.2017 16:59

                

                A una altitud de unos 650 metros, sobre un resalte arenisco que domina una curva del río Águeda, se erige Ciudad Rodrigo, cuyo estratégico vado permitió la comunicación desde antiguo entre el Este y el Oeste, entre los territorios de los históricos reinos de León y de Portugal. Como las ventajas de comunicación y de aprovechamiento económico de la fosa de Ciudad Rodrigo no pasaron desapercibidas, desde épocas remotas encontramos un importante poblamiento. La romana Miróbriga, de recias murallas y buen puente, enseñoreó una tierra de cultura vetona.

                La fundación medieval de la Civitas Ruderici se supone que se situaría hacia el año 1100, coincidiendo con una nueva ofensiva de los almorávides en la Península, que habían tomado muchos castillos cercanos a la ciudad de Toledo, que parecía a punto de caer en sus manos. Los almorávides no consiguieron sus propósitos aquí y el rey Alfonso VI reforzó la defensa del flanco occidental de sus dominios con la repoblación de Ciudad Rodrigo, cuyo nombre se derivaría del conde o mandatario Rodrigo, y en 1102 de Salamanca. Precisamente, el concejo salmantino y su obispo Berengario impulsaron posteriormente la repoblación de la primera.

                A mediados del siglo XII, los golpes e incursiones de la frontera con los musulmanes marcaron la vida de sus primeros pobladores. Desde el lado islámico, apuntó Al-Idrisi cómo en Trujillo se llenaban sus bazares con el producto de las correrías de sus jinetes e infantes. Muchos vivían del merodeo con la ayuda de sus ardides. En vista de ello, el rey de León Fernando II (1157-1188), Hispanorum rex, alentó el definitivo crecimiento de Ciudad Rodrigo. Este monarca se mostró muy activo frente a musulmanes, castellanos y portugueses. Algunos historiadores han interpretado la repoblación de Ciudad Rodrigo como la gran manzana de la discordia entre leoneses y portugueses.

                Al poblamiento de su tierra acudieron zamoranos, leoneses, abulenses y segovianos, fundamentalmente. Los abulenses que permanecieron en la localidad destacaron en el mundo del comercio. Se reconstruyeron y alzaron sus murallas. Hacia el 1165 se emprendieron las obras de su catedral, la de Santa María, en consonancia con el restablecimiento de su sede episcopal bajo el patrocinio de la de Santiago de Compostela. En 1168 el rey donó al obispo don Domingo la tercera parte del realengo en la ciudad, la décima del impuesto del monedaje y la jurisdicción civil y criminal sobre Ureña.

                Los eclesiásticos llegaron a tener un importante peso en la vida pública de la ciudad, hasta tal punto que obligaron a modificar el régimen de gobierno y administración de justicia, fundamentado en doce jurados encargados de las tareas del primero y seis alcaldes que velaban por la segunda. El cabildo eclesiástico logró el nombramiento de seis alcaldes suplementarios, que junto a los laicos intervinieron en la elaboración del fuero de la ciudad, aprobado por Fernando II a fines de su reinado, en el que se abordaron las delicadas relaciones entre ambas partes ante la justicia.  

                A diferencia de lo sucedido en Salamanca, que llegó a tomar las armas contra él por la posesión de Ledesma, Ciudad Rodrigo se mostró obediente a Fernando II. Las ciudades de la época se erigieron en varias ocasiones en señoras de un extenso territorio, de su tierra, que comprendió unos núcleos de población subordinados, especialmente en la frontera de León y Castilla de la época. Con el tiempo, la tierra se organizó en demarcaciones o sexmos, que en nuestro caso fueron los de Yeltes, Argañán, Camaces, Agadones y Robledo. En la relación de pecheros de 1527 encontramos una serie de precisiones interesantes. La demarcación de la propia Ciudad Rodrigo tenía 1.000 pecheros, el llamado Campo de Yeltes unos 1.271 y veintinueve núcleos de población importantes, el de Argañán y Azaba 1.035 y veintisiete, el de Camaces y Valdeledín 683 y diecisiete, el de Agadones de la Vid 747 y trece, el de Robledo 672 y cuatro, Saelices el Chico 66 y Villasrubias 52.

                Al igual que en otros puntos de la geografía hispana, la jerarquización territorial vino acompañada de la diversificación social de la ciudad. Con el tiempo, la vida pública de Ciudad Rodrigo se vio dominada por los linajes, como el de los Garci-López, los Pacheco, los Chaves y los Silva. Sobre la antigua ciudad romana surgió una nueva con unas características muy distintivas, como su función militar frente al reino de Portugal.