GARCILASO: LA ESPADA Y LA PLUMA. Por Pedro Montoya García.

01.03.2017 11:17

                                        Los mejores pasajes de nuestra literatura.

            Garcilaso: La espada y la pluma.

    Si miramos en el link de Televisión Española para la descripción los personajes de la serie de Carlos V de Televisión Española: https://lab.rtve.es/carlos-v/castilla, no encontraremos a un personaje que, bajo mi modesta opinión, no debería faltar: Garcilaso de la Vega. Un soldado que luchó por el monarca borgoñón desde su llegada hasta su propia muerte, para cuando le alcanzó, el poeta había alcanzado el grado del maestre de campo por los servicios prestados a quien conoció como monarca y despidió como emperador. 

    Los segundones, y Garcilaso era el segundo hijo varón,  venían con una espada o una sotana bajo el brazo. En el caso de Garcilaso, fue la primera y la llevo casi desde la cuna hasta que lo terminaron por matar por heridas de guerra; es lo que les sucede a los hombres de valor o a los locos — según se quiera mirar—; esos hombres que necesitan suerte o intercepción divina —también, según se quiera mirar— para sobrevivir y disfrutar de un retiro tranquilo. Para conocer el talante del poeta, un soneto que así escribía después de ser herido de importancia:

"Y así, en la parte en que la diestra mano
gobierna, y en aquella que declara
los conceptos del alma, fui herido.
Mas yo haré que aquesta ofensa, cara
le cueste al ofensor, ya que estoy sano,
libre, desesperado y ofendido".

    No encontraría descanso, según nos lo cuenta un arcabucero a su órdenes, el maestre de campo no dudó en escalar el muro tras el cual sometían a Le Muy a asedio, en una de las guerras no gustábamos contra los franceses. En un fatal trance cayó herido desde el muro, para, tras una lenta agonía de veinticinco días, fallecer.  Pero nada mejor que sus magníficos versos para entender cómo transcurrió su vida de soldado.

"¿A quién ya de nosotros el exceso
de guerras, de peligros y destierro
no toca y no ha cansado el gran proceso?
¿Quién no vio desparcir su sangre al hierro
del enemigo? ¿Quién no vio su vida
perder mil veces y escapar por yerro?
¡De cuántos queda y quedará perdida
la casa, la mujer y la memoria,
y de otros la hacienda despendida!
¿Qué se saca de aquesto? ¿Alguna gloria?
¿Algunos premios o agradecimientos?
Sabrálo quien leyere nuestra historia"...

    Carlos V no concedió perdón por la dolorosa muerte del servidor; también por crónicas de ese mismo arcabucero, a  los rendidos no se les castigó con galeras: nada de remar, a los defensores a la horca y a “los muchachos desorejarlos”.  Sirva este ejemplo para comprender la estrecha relación mantuvieron el soberano y su servidor durante toda una vida.

    Su obra es corta, es de suponer, su vida de soldado fue tan intensa como su vida de viajero y de amores cortesanos…, pero le cundió en calidad. Escriben los literatos todas la influencias sobre su obra: renacimiento Italiano, de Petrarca, etc. Puede ser, he de reconocer mi ignorancia; como con los clásicos, nunca pude con ellos… Mi escritura favorita es la siguiente:

Divina Elisa, pues agora el cielo

con inmortales pies pisas y mides,

y su mudanza ves, estando queda,

¿por qué de mí te olvidas y no pides

que se apresure el tiempo en que este velo

rompa del cuerpo, y verme libre pueda,

y en la tercera rueda,

contigo mano a mano,

busquemos otro llano,

busquemos otros montes y otros ríos,

otros valles floridos y sombríos,

do descansar y siempre pueda verte

ante los ojos míos,

sin miedo y sobresalto de perderte?

 

    El poeta habla con su amada que ya ha partido, que descansa y lo espera, a la que encontrará una vez él también pierda su cuerpo. Desde el interior viaja al exterior. A la naturaleza, a un paraíso donde descansar, donde no haya más dolor (no olvidemos su vida de soldado). Para entonces, pasa del “agora” a un futuro, a un siempre como fue en un pasado: “otro”, “otros”;  donde como si se recuperara el interior y con sus ojos pudiera “volver a verla”; pero ya entonces en un lugar donde el amor, esa palabra que no menciona en ningún momento pero presente en cada línea, permanezca eterno.

     Poca, ninguna, justicia se le hizo a un personaje histórico que la merecía, por su espada como por su pluma.