LA GUERRA DE LOS CIEN AÑOS O DE LA SUCESIÓN A LA CORONA FRANCESA. Por Miguel Atienza Vila.

14.03.2017 10:21

 

                Resulta que la guerra que llamamos de los Cien Años duró oficialmente más, desde 1337 a 1453, pero realmente no fue centenaria, pues tuvo sus momentos de tregua.

                Aunque entre los siglos XIV y XV las identidades nacionales, con todas las reservas que se quiera, se perfilaron en distintos rincones de Europa, esta guerra no enfrentó directamente a franceses e ingleses como tales, sino a los reyes de Inglaterra y de Francia por el trono francés. A todo caso, el conflicto sirvió para que la aristocracia anglo-normanda acusara sus rasgos culturales ingleses y para que la idea de Francia se fortaleciera en territorios como Normandía.

                El 1 de febrero de 1328 murió sin herederos varones el rey Carlos IV, uno de los tres hijos de Felipe IV, sobre el que se dijo que recayó la maldición de los templarios, contra los que cargó hasta su disolución. La Ley Sálica vigente en Francia impedía a las mujeres acceder al trono y presentó su postura el rey de Inglaterra Eduardo III, hijo de Isabel de Francia, también hija de Felipe IV. La aristocracia francesa prefirió al hijo de un hermano de aquel rey, Felipe de Valois o Felipe VI, punto de arranque de una nueva dinastía.

                Eduardo III no se amilanó e inició una contienda que le permitiera liberarse del juramento de fidelidad al monarca de Francia por el territorio aquitano de Gascuña. Desde que Guillermo el Conquistador emprendiera desde Normandía la conquista de Inglaterra en el 1066, la Historia de las monarquías de ambos lados del canal de la Mancha se encontró íntimamente entrelazada, con no pocas alternativas para cada una de las mismas. Quizá más que hablar de una guerra de Cien Años, como en tiempos de Jules Michelet, cabría hacerlo de guerra de la sucesión francesa.