LA PERVIVENCIA DE LA TRADICIÓN, LOS RIURAUS DE LA MARINA ALTA. Por Elena Fernández Mas.

14.10.2014 12:43

                                                                                                                                                                     

     1.¿Cómo son?

    El riurau es una construcción rural característica de la Marina Alta, cuya función estaba relacionada con la producción de pasa, principalmente para protegerla.

    Se trata de una construcción sencilla, de planta rectangular alargada cerrada en todos sus frentes excepto el que orienta hacia el soleamiento, donde dispone de amplias arquerías formadas con ladrillo macizo y mampostería, sobre pilares realizados también con mampostería o ladrillo. De una sola crujía, se cubre con teja hacia el lado de los arcos.

    Los riuraus tienen esas arcadas que protegían por las noches de la lluvia y el rocío a las uvas que se secaban sobre los cañizos.

                            

    2.¿Para qué sirven?

    En el otoño, durante el proceso de desecación de la uva (después de la vendimia, por septiembre) suele llover mucho en zonas con la influencia del clima mediterráneo valenciano.

    El riurau es la construcción que sirve para ventilar los cañizos donde se seca la uva cuando llueve o hace mucha humedad. Sin el riurau no habría pasa y sin las pasas la Marina Alta no sería como es.

    3.El proceso de la uva pasa.

    Este proceso consiste en que dos o tres racimos se introducen atados en una caldera, donde previamente se ha calentado lejía preparada con ceniza de sarmientos, y se dejarán un rato hasta que muden de color, pero no tanto para que se cuezan, pues necesitan moderación y ciertos límites.

    4.El riurau y la uva pasa.

    El riurau enseña una cultura estrechamente ligada a la uva. La elaboración de la pasa ha estado durante el siglo XIX y principios del siglo XX, la principal actividad económica de la Marina Alta. Hasta la explosión del turismo, la uva seca hizo de motor comercial de la zona con especial incidencia al puerto de Xàbia (Javea). Sus ingresos generaron la aparición de una burguesía regional, responsable de la mayoría de construcciones nobles de los cascos antiguos, tanto de Xàbia como de otras poblaciones vecinas y que muchas de ellas se pueden visitar hoy en día. Pero el hecho más importante de todos es que muchos de los riuraus continúan utilizando para su uso original: participar en la elaboración de la pasa.

    Centenares de fincas siguen elaborando pasas para el consumo propio, para venderla o para hacer mistela de pasa muy apreciada.

    5.La historia de la pasa.

    La pasa en la Marina Alta evoca el siglo XIX, el del esplendor de su comercio, cuando desde Dénia llegaban a los puertos de Londres, Southampton, Liverpool o Nueva York barcos caragados de este esquisito fruto seco. Pero la tradición de la pasa es ancestral. La técnica de desecación de la uva con lejía ya se conocía en época romana.

    La arquitectura de los riuraus llegó a la Marina Alta a finales del siglo XVIII. Hace dos mil años las pasas y los higos secos de esta comarca ya viajaban por las rutas comerciales del Mediterráneo. El arqueólogo y director del museo de Dénia, Josep A. Gispert, confirma que el vínculo de la pasa y el riurau es un hecho, sino reciente, sí moderno. Sin embargo, la técnica de desecación es antiquísima como ya hemos visto.

    En la época del Al Andalus la elaboración de pasa en la Marina Alta se extendió hasta el extremo que, tras la reconquista, la iglesia trataba de controlar la venta. De los siglos XIV y XV disponemos de una variada documentación sobre contratos de mercaderes con moros que habitaban aldeas y alquerías de Dénia y pueblos de los alrededores como Xaló. En la Baja Edad Media y, sobre todo, en los siglos XV y XVI el comercio de la pasa, los higos secos y las almendras se intensificó. Es entonces cuando en “l'escaldà” se introducen nuevos instrumentos como el cazo de cobre perforado o se mejoran las calderas. A finales del XVIII, se construyeron los primeros riuraus y años después se incorporaron las estufas que suplían al sol en días nublados o de lluvia. Incluso se empezó a utilizar sosa cáustica en lugar de la ancestral lejía.

    Este proceso consiste en que dos o tres racimos se introducen atados en una caldera, donde previamente se ha calentado lejía preparada con ceniza de sarmientos, y se dejarán un rato hasta que muden de color, pero no tanto para que se cuezan, pues necesitan moderación y ciertos límites.