LOS ÚLTIMOS DE FILIPINAS EN SUS ARENGAS. Por Javier Ramos Beltrán.

19.12.2016 09:06

 

    "Mirad -decía yo-, en la lucha que sostenemos con los Estados Unidos, es indudable que llevamos la mejor parte; si no, ¿dónde estaríamos? ¿Qué habría sido de nosotros a estas horas? Pero esa lucha debe de ser muy ruda, muy sostenida, porque se trata de una nación poderosísima; y, como aquí no habrá fuerzas suficientes para que pueda venir a socorrernos, que harto se hará con hacer frente a los americanos y tagalos, es evidente que se habrá de aguardar a que lleguen refuerzos de la Península. Ya estarán en camino."

    SATURNINO MARTÍN CEREZO, La pérdida de Filipinas. La obra vio la luz a fines de 1904 y se basó en el diario de operaciones entregado en julio de 1899 en la Comisión de Selección de Manila.

    La arenga fue realizada por el teniente Saturnino Martín Cerezo y apuntada en un diario de operaciones en 1899. Originalmente no iba destinada al público, pero se adaptó al libro citado.

    Aquí a lo que alude Martín Cerezo es que a pesar de la dificultad de los contendientes, su tropa está dando la cara y que si han llegado a esa situación de no perder totalmente ha sido gracias a la rudeza de la lucha, ya que Estados Unidos es una gran nación y por aquellos años estaba experimentando un crecimiento económico y armamentístico que se demostró en esta guerra contra los españoles y en la Primera Guerra Mundial, veinte años más tarde.

    Él asegura que la rudeza de la lucha es porque no hay fuerzas suficientes para que alguien vaya a socorrer a las tropas españolas y que habrá que seguir resistiendo contra norteamericanos y tagalos hasta que lleguen refuerzos de España. Tropas que nunca llegaron, lo cual demuestra un exacerbado optimismo por parte del teniente.

    Está claro que esto fue una anotación en un diario, como bien nos indica el –decía yo, pero ¿escribió a toro pasado?  Posiblemente, lo escribiera un 5 de mayo hablando de alguna situación que ocurrió un 28 de marzo. Posiblemente él recordaría un discurso para animar a su tropa. No sabemos si lo recordaría exactamente, algo que casi nunca puede suceder, pero si partimos de la hipótesis de que ha escrito posteriormente, podríamos hablar de una memoria prodigiosa. Pero el hecho de que el Sitio de Baler, última gran acción de la guerra contra los Estados Unidos, fuera en junio y se entregara en julio no quiere decir tampoco que hubiera sido consignada en este último mes, evidentemente.

    Destacan de sus palabras las de lucha y fuerzas en su discurso. Lucha se repite en dos ocasiones y en ambas tiene un significado bastante especial. En el primero, nos habla de la lucha que en ese momento están sosteniendo contra los Estados Unidos y en la que según él llevan la mejor parte. A partir de ahí, empieza a discernir sobre sus posibilidades e indica el modo por el cuál es hecha, con rudeza, que es precisamente la manera por la que la causa de España sigue en pie a falta de la llegada de refuerzos. Las fuerzas numéricamente bajas y en estado precario ilustra la heroicidad de la situación a la espera de la llegada de los refuerzos de la Península. Y es que el Sitio de Baler, duró 337 días exactamente, desde junio de 1897 hasta junio de 1898, y hubo muchas renuncias. Para evitar estos abandonos, seguramente Martín Cerezo se valió de tales alocuciones, además de insistir en el cumplimiento del deber de forma estricta.

    Se trata de un alegato para intentar hacer sentir a sus hombres que estaban combatiendo bien. Sirvió también para justificar las acciones de Martín Cerezo ante cualquier deserción de alguno de sus hombres. ¿Sería aquí donde se empezó a forjar la leyenda de los últimos de Filipinas? Seguramente sí, pues las palabras siempre han enaltecido toda acción numantina.