POESÍA ES BÉCQUER. Por Pedro Montoya García.

17.12.2016 10:28

LOS MEJORES PASAJES DE NUESTRA HISTORIA

                                                           Poesía es Bécquer.

            Su vida como su obra fue corta, pero intensa. Su legado incomparable, no solo por la belleza con la que reflejó el amor desesperado, el dolor insufrible, la vida en sí misma… también por la notable influencia que su lírica marcaría a poetas y escritores venideros: la intimidad sincera de sentimiento puede expresarse de forma sencilla con un estilo libre y claro, y el resultado ser excelso.

            Por supuesto, como buen romántico, dedicó versos a una musa, en realidad a una segunda musa porque en primer lugar se llamaba Josefa Espín y luego Julia Espín, la hermana de de ojos azules.

            “¿Qué es  poesía?, dices mientras clavas

            en mi pupila tu pupila azul.

            “¿Qué es  poesía? ¿Y tú me lo preguntas?

            poesía eres tú.”

           

            No hubo suerte, su vida de bohemio, a lo que hoy día llamaríamos de “golfo”, no era del agrado de mujeres acomodadas.

             “¿A qué me lo decís? Lo sé: es mudable,

            es altanera y vana y caprichosa.

            Antes que el sentimiento de su alma

            brotará el agua de la estéril roca.

            Sé que en su corazón, nido de sierpes,

            no hay una fibra que al amor responda;

            que es una estatua inanimada... pero...

            ¡es tan hermosa!!”

 

            Vino después, de igual forma, otro amor sufrido por imposible… hasta que encontró a la mujer con la que se casaría, se separaría y volvería a juntar antes de morir.

            “Por una mirada, un mundo,

            por una sonrisa, un cielo,

            por un beso,

            yo no sé qué te diera

            por un beso.”

 

            Pero los románticos también tienen que comer. Trabajo en la Dirección de Bienes Nacionales de donde le expulsaron, se dedicaba, a hurtadillas, a escribir poesías en su mesa de trabajo. Y como no pueden comer de amor, pasó terribles penurias económicas… Así que terminó en el periodismo, de donde no lo podían echar por escribir…

            “Volverán las oscuras golondrinas…”

            El cementerio, lugar concurrido en las obras de los románticos, se convertirá en un escenario que aparecerá demasiado pronto en la vida de Gustavo Adolfo. El dolor, la angustia propia de la tuberculosis serán la antesala de la muerte. Ella, la muerte, la compañera de amor del romántico, la que si es de amor da vida segó su creación a los 34 años. La tisis no paró hasta callar los cantos del romanticismo supremo.

            Cuando la campana suene

            (si suena en mi funeral),

            una oración al oírla,

            ¿quién murmurará?

            Cuando mis pálidos restos

            oprima la tierra ya,

            sobre la olvidada fosa.

            ¿quién vendrá a llorar?

            ¿Quién en fin al otro día,

            cuando el sol vuelva a brillar,

            de que pasé por el mundo,

            ¿quién se acordará?”

 

            El pintor Casado del Alisal, con ayuda de otros amigos,  mediante aportaciones personales recaudó fondos para publicar Rimas, considerada como una de la obras cumbres de la lírica en castellano, un año después de la muerte del poeta. No solo por reconocimiento, sino para ayudar a la viuda y los tres huérfanos; tal vez, de no ser por esa obra de caridad, hoy podrían haber quedado en el olvido. Sus Obras completas se publicaron algo más tarde con la misma intención y de forma parecida.

Ya no cabe más romanticismo.