UN LITERATO POLÍTICO CASTELLANO EN EL ALBA RENACENTISTA. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

23.11.2023 07:15

               

                Fernán Pérez de Guzmán fue un político y literato castellano que vivió entre 1376 y 1458, aproximadamente. Servidor de Enrique III de Castilla y opuesto al favorito de su hijo Juan II, Álvaro de Luna, terminó desplazado de la vida pública. Entonces, hizo de la necesidad virtud. Escribió en su retiro grandes obras, como Mar de historias.

                En esta joya del alba del Renacimiento, elogió la virtud y menospreció la vanagloria del poder. La rueda de la Fortuna terminaba poniendo en su lugar a los orgullosos, como el rey Salomón o Alejandro, según su opinión.

                Sus conclusiones fueron el fruto del estudio de las vidas de los grandes varones, los más destacados políticos, comandantes militares y sabios. Interpretó juiciosamente, con crítica, las fuentes que empleó. Tampoco se ciñó a los grandes de Grecia, Roma y la Cristiandad, sino que también incluyó al musulmán Saladino, con la noticia de su tácita conversión al cristianismo antes de su muerte.

                Conoció y apreció la Divina comedia de Dante, donde van apareciendo una serie de figuras destacadas de su tiempo y de la cultura de la Baja Edad Media. Formó parte Fernán Pérez de Guzmán del primer Renacimiento: aplicó sus conocimientos e ideas a la vida política de la Castilla de su época. Contrario a la facción de Álvaro de Luna, trazó una semblanza no obstante serena de él. Con orden, comenzaba describiendo su constitución física para pasar a desvelar su carácter y la naturaleza de sus acciones.

                Es decir, el prohombre como medida de todas las cosas de la agitada vida política castellana del siglo XV.

                Sobrino del canciller Pero López de Ayala, otro consumado historiador de la complicada Castilla del siglo XIV, sus ideas tenían un sólido enraizamiento en la cultura política castellana: valor de la historia para animar los hechos de los grandes hombres, por un lado, y desengaño de las glorias mundanas, por otro.

                Toda una reflexión sobre la vida, que algunos conquistadores de América pudieron con el tiempo hacer suya.