UN REVOLUCIONARIO DÍA DE REYES. Por James Really.

05.01.2017 23:35

 

                La revolución inglesa de mediados del siglo XVII puso en tela de juicio el orden establecido de la Europa coetánea. La decapitación del rey Carlos I en 1649 fue interpretada por los más radicales como el preludio de importantes cambios, los de la instauración del Quinto Reino o del Milenio, los años de paz a la segunda venida de Jesucristo.

                Sus seguidores alcanzaron gran importancia en Londres y en el Sur de Inglaterra entre los comerciantes y los artesanos textiles, muy afectados por los problemas causados por la guerra civil. Su participación en el ejército revolucionario les dispensó experiencia militar y ciertos patrones de organización. Sus seguidores fueron hombres como el general Harrison, hijo de un acaudalado carnicero, y Thomas Venner, nacido en 1607 y que en 1638 se trasladó a la puritana Massachusetts, desde donde regresó a Inglaterra en 1651 como maestro tonelero.

                En 1653 Oliver Cromwell disolvió el Parlamento y fue aclamado por los más radicales como un nuevo Moisés. La flamante Commonwealth se rigió por una asamblea que se arrogó la condición de sanedrín al modo del pueblo de Israel. La guerra que se emprendió contra las Provincias Unidas de los Países bajos, competidoras de Inglaterra en lo comercial y en lo colonial, fue considerada por los milenaristas como el principio de una ola de purificación que terminaría con el Papado, juzgado por ellos como el instrumento del Anticristo.

                Las ansias radicales no se impusieron, ya que no lograron ni la abolición de los diezmos ni otros cambios legales. En diciembre de 1653 el mismo Cromwell instauró el régimen del protectorado, el de su autoridad individual. En 1657 los milenaristas del Quinto Reino se alzaron, pero fracasaron.

                La restauración de los Estuardo en 1660 fue vista por muchos, por distintos motivos, como muestra equívoca de la voluntad de Dios, algo que no compartieron los del grupo acaudillado por el inquieto Venner, que no se resignaron a no instaurar su divino reino. Pronto le declararon la guerra a los odiados caballeros en nombre de los republicanos más radicales.  

                El 6 de enero de 1661 él mismo al frente de unos cincuenta decididos seguidores irrumpieron en la catedral de San Pablo, donde proclamaron a Cristo Rey. Las tropas municipales de Londres, lejos de secundarlos, se movieron contra ellos. Debieron retirarse tras distintos combates a los bosques de Highgate al ocaso del día de Reyes.

                Al día siguiente, trataron de retornar a Londres a la carga, pero fueron vencidos y el 19 de enero Venner cayó ejecutado. Los cuáqueros, con fama de sectarios, se desligaron de todo acto de violencia de los grupos radicales, pero los milenaristas ingleses de mediados del siglo XVII demuestran que la evolución política de las islas Británicas no ha sido tan pacífica como a veces se ha sostenido ni tan desligada del revuelto continente europeo.