ABIERTO HASTA EL AMANECER, UNA PELÍCULA EN EXCESO REESTRENADA.

26.10.2014 13:11

                He aquí una película popular. No es una obra maestra del Séptimo Arte, y a veces carece de buen gusto. Sin embargo, este producto de violencia a raudales ha entretenido a muchos, con sus pistoleros asesinos y sus monstruos. Clooney, Tarantino y Robert Rodríguez cabalgan juntos arrasando la taquilla y las emisiones televisivas desde su estreno en 1995.

                Tras la caída de la Unión Soviética no se alcanzó nada semejante al final de la Historia. Tampoco se estableció una pax americana, y los enemigos continuaron existiendo. A la altura de 1995, a pocos años de las exaltaciones de autocomplacencia de la generación del milenio, habían alcanzado la edad adulta los chicos y chicas de otra generación, la X o de las incógnitas, la de la música de Nirvana como himno y de Winona Ryder como lánguida musa. La potente cultura audiovisual había construido sus imágenes, banalizando la violencia, cuya amenaza se dejaba sentir en muchos barrios de unos Estados Unidos castigados por la marginalidad, el racismo y la drogadicción. Algunos policías llegaron a hablar de las cloacas del imperio, sus prisiones fabricantes de personas sin alma.

                En este mundo a mitad de camino entre la inconsciencia y la brutalidad crecieron Tarantino y Rodríguez, capaces de convertir el cine de serie B en su seña de identidad. Por desgracia el país de Abierto hasta el amanecer no es imaginario, sino bien real. Es el de los jóvenes que juegan a la violencia como si de un videojuego se tratara, solitarios y vulnerables a cualquier sugestión al horror en forma de redentorismo. A veces el sinsentido lleva nombres como Seattle o Jayson Fryberg en medio del tiroteo más irracional. Es el país de los narcotraficantes, bien capaces de destruir los logros del Estado de Derecho. Son monstruos peores que los que se ocultaban en el bar-pirámide de la película. Quizá la pregunta más interesante no sea como Clooney se preparó su papel, sino cuando cerraremos el Abierto hasta el amanecer. Por desgracia a veces toda la vida es cine, pero en un sentido muy distinto al pretendido por el gran Aute.

                Antonio Parra García.