ALICANTE, EL DRAMA DE 1939. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

06.07.2022 13:15

 

                A inicios de febrero de 1939, la causa republicana se desplomó en Cataluña y Negrín intentó prolongar la resistencia tras retornar de Francia, desde la Posición Yuste de Elda. Sin embargo, el golpe de fuerza de Casado del 5 de marzo dio al traste con sus planes.

                En la ciudad de Alicante se impusieron los partidarios de Casado. Se detuvo al gobernador militar, el comunista Etelvino Vega, se cerró la sede del PCE, se suspendió la publicación de Nuestra Bandera y se expulsó el 9 de marzo a los comunistas del Consejo Municipal.

                Fueron llegando a Alicante numerosos soldados y refugiados republicanos, que temían las consecuencias de la Ley de Responsabilidades Políticas. Sin embargo, el mismo 5 de marzo, tras la retirada de la armada republicana hacia Bizerta, la flota franquista bloqueó los accesos mediterráneos. Con todo, se estima que unas cuarenta embarcaciones lograron trasladar al Norte de África (particularmente a Orán) a unas 10.000 personas al burlar los controles, como el vapor británico Stanbroock con más de 2.600 personas la noche del 28, cuyo viaje fue auspiciado por los oficios de Rodolfo Llopis. El Maritime fue el último barco que zarpó de Alicante, el día 29, con solo treinta y dos personas de las autoridades.

                Cerca de 15.000 refugiados se apiñaron en los muelles del puerto alicantino durante los siguientes tres días, a la espera de ser recogidos por algún barco, pues se había difundido la noticia que allí conseguirían su salvación. El mismo Casado lo había indicado desde Valencia. Además, a Alicante habían llegado el 27 de marzo en el Lizardrieux miembros del Comité Internacional de Información, Coordinación y Ayuda a la España Republicana, que habían conseguido varias embarcaciones de la Compañía France Navigation, en la órbita del Partido Comunista francés. Desgraciadamente, sus barcos no llegaron, pues el gobierno francés no hizo efectiva su promesa de protección armada.

                Pocos días antes, el 25, bombardeos Savoia S-79 atacaron el puerto alicantino, lanzando su mortal carga en el mar. El área portuaria fue fortificada por los militares que habían llegado, manteniéndose la disciplina. Se creó allí la Junta de Evacuación, dirigida por el coronel Ricardo Burillo, que colaboró con el citado Comité y las autoridades diplomáticas, particularmente las de Francia y Argentina. En vano se trató que el área del puerto fuera declarada neutral, algo a lo que no accedieron los generales Andrés Saliquet y Gastone Gambara.

                Se quiso que el embarque de las tropas republicanas no fuera obstaculizado por las franquistas e italianas. El gobierno de México se ofreció a aceptar a los refugiados que salieran desde Alicante, con la condición que fueran embarcados por la armada francesa. El general Gambara accedió a ello, pero el mismo Franco lo desautorizó en nombre de la rendición total.

                Paralelamente, hubo negociaciones entre las autoridades republicanas y los presos falangistas en la cárcel. El 29 por la noche se nombraron las primeras autoridades franquistas de la ciudad y la provincia. En la tarde del día siguiente entraron las fuerzas de la División Littorio del general Gambara.

                Los republicanos habían alzado barricadas en el área del puerto, y Gambara recibió la orden de Saliquet de reducirlos por la fuerza. Sin embargo, el general italiano (que más tarde acometería una dura represión en la Yugoslavia ocupada) optó por la negociación con el coronel Burillo, el diputado comunista francés Charles Trillon y el cónsul de Francia Anfossy. Algunos republicanos lograron huir nadando desde la playa del Postiguet.

                El historiador Manuel Tuñón de Lara, presente allí, dio cuenta de aquella angustiosa situación, marcada por los suicidios de varias personas que se negaron a caer prisioneras. Hubo ráfagas intimidatorias de ametralladora desde el castillo de Santa Bárbara. Los italianos acordonaron la zona del puerto, y después fueron sustituidos por las fuerzas del Ejército del Centro a las órdenes de Saliquet.

                El 31 entraron en el puerto los minadores Júpiter y Vulcano, desembarcando los batallones 121 y 122 del Ejército de Galicia. Seguiría la llegada del Canarias. Los refugiados salieron de los muelles del puerto a las seis de la tarde entre dos filas de soldados. Las mujeres y los niños fueron internados en los cines de la ciudad, y los varones marcharon al Campo de los Almendros, en la Goteta, donde padecieron hambre y privaciones antes de ser trasladados a otros puntos, como en el no menos temible Campo de Albatera. A las 9 de la mañana del 1 de abril salieron los últimos oficiales republicanos del área portuaria, la mañana en la que Franco dictaría su último parte de guerra. La tragedia se había consumado en Alicante.

               Para saber más.

                José Miguel Santacreu y Albert Girona, El final de la guerra, volumen 15 de La Guerra Civil en la Comunidad Valenciana, Valencia-Alicante, 2007.