AUGE Y CAÍDA DE UN FINANCIERO, CABARRÚS. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

15.10.2014 15:36

 

                Eran tiempos de optimismo a ciertos niveles en España. La paz permitía el comercio con las Indias y Goya pintaba con vivos colores al pueblo matritense. El 29 de enero de 1787 cobró 10.000 reales por retratar a Carlos III, al conde de Altamira y al marqués de Tolosa a encargo del Banco de San Carlos, dirigido por un notable hombre de negocios, Francisco Cabarrús.

                De origen francés, escaló posiciones en la España de Carlos III, rodeándose de figuras de gran relevancia. Su amigo Jovellanos le recomendó a Fernández de Moratín como secretario, y el mismo Goya pintó su retrato. Floridablanca le brindó su protección. Decididamente se codeó con la minoría dirigente ilustrada de España.

                                                           

                Su fama saltó los Pirineos, y Loménie de Brienne le ofreció en 1787 dirigir el tesoro real de Francia, en delicada situación ya. La banca protestante, sin embargo, lo evitó pagando una campaña difamatoria, en la que tanto sobresalieron los panfletos de Mirabeau.

                De todos modos la alianza dinástica entre los Borbones españoles y franceses permitió realizar buenos negocios, y los capitalistas Lecouteulx, Le Normand y Lalanne adquirieron 10.000 acciones del Banco de San Carlos por valor de treinta millones de reales, consiguiendo las  valoradas piastras de la América española por este medio. Cabarrús fue clave en estos tratos, consiguiendo que el Banco acumulara beneficios de unos once millones de reales. El éxito le sonreía, y a comienzos del trascendental 1789 compró al conde de Aranda la baronía de Rabouillet en el Languedoc.

                La llegada de la Revolución lo enturbió todo, retorciendo las relaciones hispano-francesas,  y sus adversarios encontraron una buena oportunidad para atacarle. El ministro de hacienda Pedro López de Lerena lo aborreció profundamente, ya que era un decidido partidario de los Cinco Gremios Mayores de Madrid, con intereses en las finanzas contrarios a los promovidos por Cabarrús.

                Su Elogio a Carlos III, de muy moderado liberalismo, se acusó de antiespañol e impío, al trazarse una imagen negativa de los Austrias para favorecer a los Borbones. La Inquisición tomó cartas en el asunto. A tales acusaciones se añadieron las de negocios turbios, como no negociar las letras presentadas o comprar fondos públicos franceses por treinta millones de reales en acciones de la Compagnie des Indes. Tras él se apuntaba a su protector, el poderoso Floridablanca.

                                                                

                Del 7 al 14 de junio de 1790 se discutió sobre el particular en una junta general del Banco. Cabarrús optó por dimitir ante la fortaleza de sus opositores, creyendo salvar su posición al menos. Se equivocó. El 25 de junio fue detenido bajo la acusación de contrabando. A las rivalidades y envidias entre los grupos financieros de la corte se sumó el temor real hacia un hombre con fama de indiscreto y en buena comunicación con los constituyentes franceses. Más tarde serviría a José I. Bajo su dirección se proyectó internacionalmente el Banco de San Carlos, nuestro primero de España, que sufriría en lo sucesivo el fuerte requerimiento de dinero de una monarquía en serios apuros económicos y militares.