BRETAÑA, PRESA VIKINGA. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

29.12.2024 11:11

               

                Los vikingos ya mostraron sus apetencias e incluso fuerza en los tiempos de Carlomagno. De hecho, atacaron la península de Bretaña cuando los carolingios también pretendieron someter a su población celta, estableciendo un territorio defensivo o marca. Al morir Luis el Piadoso en el 840, su mandatario Nominoë rompió amarras y aspiró a controlar el llamado reino de Bretaña. Sin embargo, los vikingos ya lo habían convertido en objeto de sus expediciones militares en busca de botín y nombradía. A comienzos del siglo IX habían abatido el importante monasterio de la isla de Noirmoutier, en la desembocadura del Loira, convirtiéndolo en la base de sus operaciones contra los bretones y otras gentes.

                Nantes fue saqueada y los distintos jefes bretones se las tuvieron que ver con los vikingos, que se mostraron más amenazantes a la muerte del rey Alain el Grande en el 907. Tras dominar Normandía, distintas huestes vikingas se unieron para conquistar Bretaña, mientras los francos no movieron un dedo para auxiliar a unos u otros, complaciéndose por su mutua hostilidad. En el 914 un poderoso ejército de origen noruego dio el golpe de gracia a la conquista. Sus nobles y muchos de sus clérigos escaparon a la corte de Athelstan en Inglaterra.

                Entre el 914 y el 936 los vikingos ocuparon Bretaña, sin colonizarla al modo del Danelaw o de Normandía. Su dominio se redujo a una ocupación militar, que llegó a someter a la esclavitud a parte de los bretones. En aquellas circunstancias, Alain Barba Torcida (nieto del Grande) emprendió la reconquista con ayuda inglesa, recobrando Nantes en enconadas luchas. La violencia de los tiempos de la era vikinga enseñó su terrible cara en las tierras bretonas.

                Para saber más.

                Jean-Christophe Cassard, Les Bretons de Nominoë, Rennes, 2003.