CIENCIA EN LA ESPAÑA IMPERIAL. El Arte de los Metales.

01.03.2016 10:51

                

                El imperio español fue la principal potencia minera del mundo entre los siglos XVI y XVIII. La explotación de los recursos de las Indias movilizó enormes energías y no menores capacidades. En 1640 el sacerdote Álvaro Alonso Barba dio a la imprenta en Madrid su Arte de los Metales.

                Barba vivió entre 1569 y 1662, una longeva vida en la que ejerció su actividad en la Andalucía atlántica centralizadora del comercio indiano y las altiplanicies del Alto Perú, la Bolivia actual, productoras de metal precioso.

                Su Arte puede tenerse como verdadero compendio del saber minero, de gran utilidad para detener el retroceso de la producción metalífera indiana, menos grave en el virreinato del Perú que en el de Nueva España. Hoy en día se le ha restado dramatismo, atribuyéndose más a la disminución oficial de las remesas de metales hacia la Península.

                El bache se podía superar con el descubrimiento de nuevos filones o explotando más sistemáticamente los conocidos, participando Barba de ambas experiencias al ejercer el sacerdocio en la minera Oruro.

                En su obra trató de responder al problema de profundización en las entrañas de la tierra. La separación del metal noble de la roca extraída la califica de arte, alejándose de la vil calificación de oficio mecánico según el pensamiento coetáneo. Tal arte obraría como una verdadera medicina, punto en común con el arbitrismo castellano, que podía ser aplicada por individuos competentes facultados tras un examen de rigor.

                El genio de Barba brilla con fuerza al declarar la necesidad del conocimiento de una taxonomía metalífera, el precedente de la moderna mineralogía. Se reclamó el tratamiento diferenciado de cada caso con el propósito de perfeccionar la amalgamación de metales, defendiendo la aplicada con calor con el instrumental debido.

                Todo ello lo postuló con un lenguaje claro y didáctico al servicio del progreso técnico. Algo nada desdeñable en una España tildada muchas veces de obscurantista.

                Víctor Manuel Galán Tendero.