DOCUMENTO HISTÓRICO. El Cid visto por un autor musulmán.

17.02.2016 06:54

                

                “Entonces salió de Lérida el hayib Mundir ibn Ahmad ibn Hud, bajó contra Valencia y la asedió, anhelando tomarla de manos de Al-Qadir. Mas cuando eso llegó a oídos de Al-Mustain, hijo de su hermano, pidió ayuda al Campeador, maldígale Dios; entonces salió en su compañía con cuatrocientos caballeros y el Campeador con tres mil. Al-Mustain emprendió con él la campaña personalmente, por el deseo que tenía de tomar posesión de Valencia. La condición era que el Campeador tendría sus riquezas y Al-Mustain tendría la ciudad.

            

                “Cuando su tío, el hayib, oyó acerca de su venida, levantó el campo no habiendo sacado beneficio de ella. Luego Al-Mustain continuó asediándola hasta que se hizo con ella.

                (…)

                “Cuando Alfonso (de León y Castilla) bajó contra Valencia, el Campeador se enojó y montó en cólera, entonces reclutó y reunió tropas, porque la consideraba de su propiedad y Al-Qadir en ella su lugarteniente, puesto que no tenía fuerza ni poder para su defensa, entonces fue en ausencia de él (Alfonso) a Castilla, incendiando y devastando, y fue esa la más poderosa de las causas en la dispersión de aquella multitud de Valencia.

                (…)

                “El Campeador volvió a Valencia y acordó con ellos (sus habitantes) un tributo año de cien mil meticales.

                (…)

                “Cuando llegó eso (la noticia de la muerte de Al-Qadir a manos de los partidarios de los almorávides) al Campeador, que estaba sitiando entonces Zaragoza, se irritó, inflamóse su ánimo y su afabilidad se retiró de él –porque consideraba Valencia de su vasallaje, habida cuenta que Al-Qadir le daba un tributo anual de cien mil dinares. Entonces levantó el campo de Zaragoza y bajó contra Valencia, y la asedió durante un período de veinte meses, hasta que entró en ella a viva fuerza, tras sufrir sus gentes en ese plazo lo que una persona de hambre y adversidad no puede soportar, hasta tal punto que una rata llegó a costar entre ellos un dinar.

                “Y fue su entrada en ella en el año 487 (1094).

                IBN AL-KARDABUS, Historia de Al-Andalus. Edición de Felipe Maíllo, Akal, Madrid, 1986, pp. 121-127.

                Selección de Víctor Manuel Galán Tendero.