DOCUMENTO HISTÓRICO. La amargura de Colón.

12.10.2016 12:20

 

                “El otro negocio famosísimo está con los brazos abiertos llamando: extranjero ha sido hasta ahora. Siete años estuve yo en su real corte, que a cuantos se habló de esta empresa todos a una dijeron que era burla: ahora hasta los sastres suplican por descubrir. Es de creer que van a saltear y se les otorga, que cobran con mucho perjuicio de mi honra y tanto daño del negocio. Bueno es dar a Dios lo suyo y aceptar lo que le pertenece. Esta es justa la sentencia, y de justo. Las tierras que acá obedecen a Vuestras Altezas son más que todas las otras de cristianos y ricas. Después que yo, por voluntad divina, las hube puesto debajo de su Real y alto señorío, y en filo para haber grandísima renta, de improviso, esperando navíos para venir a su alto conspecto con victoria y grandes nuevas de oro, muy seguro y alegre, fui preso y echado con dos hermanos en un navío, cargados de hierros, desnudo el cuerpo, con muy más tratamiento, sin ser llamado ni vencido con justicia: ¿Quién creerá que un pobre extranjero se hubiese de alzar en tal lugar contra Vuestras Altezas sin causa, ni sin brazo de otro príncipe, y estando solo entre sus vasallos y naturales, teniendo todos mis hijos en su Real Corte? Yo vine a servir de veinte y ocho años, y ahora no tengo cabello en mi persona que no sea cano y el cuerpo enfermo, y gastando cuanto me quedó de aquéllos, y me fue tomado y vendido, y a mis hermanos hasta el sayo, sin ser oído ni visto, con gran deshonor mío. Es de creer que esto no se hizo por su Real mandato. La restitución de mi honra y daños, y el castigo en quien lo hizo, hará sonar su Real nobleza; y otro tanto en quien me robó las perlas, y de quien me ha hecho daño en este almirantado. Grandísima virtud, fama con ejemplo si se hacen esto, y quedará a España gloriosa memoria con las Vuestras Altezas de agradecidos y justos príncipes. La intención tan sana que yo siempre tuve al servicio de Vuestras Altezas, ni la afrenta tan desigual, no da lugar al ánima que calle, bien que yo quiera: suplico a Vuestras Altezas me perdonen.”

                Carta de Cristóbal COLÓN en las Indias en la isla de Jamaica a 7 de julio de 1503. Editada por Martín Fernández de Navarrete en Colección de los viajes y descubrimientos que hicieron por mar los españoles desde el siglo XV. Madrid, 1825, tomo I, pp. 296-312.

                Selección de Víctor Manuel Galán Tendero.