DOCUMENTO HISTÓRICO. Los hermanos Filenos establecen los límites entre Cirene y Cartago.

12.07.2015 00:02

    “Cuando los cartagineses dominaban sobre gran parte de África, también los habitantes de Cirene fueron ricos y poderosos. Entre sus territorios se extendía un desierto arenoso, monótono; no había ni un río ni un monte que distinguiera los límites de uno a otro país. Esta situación mantuvo entre los dos una guerra importante y encarnizada. Después que las legiones y las flotas de uno y otro lado fueron deshechas y puestas en fuga y se habían quebrantado algún tanto unos y otros, temieron que victoriosos y vencidos pudieran ser no tardando presa de un tercer agresor; concluyeron, pues, una tregua y decidieron que en día fijado unos representantes de cada pueblo saliesen de su ciudad respectiva; el lugar donde se encontrasen sería el límite común de ambos.

    

    “De Cartago envían dos hermanos, llamados Filenos, que caminaron con gran diligencia. Los de Cirene marcharon con más lentitud, no sé a punto fijo si por indolencia o por casualidad; por otra parte, las tempestades suelen paralizar a los caminantes de aquellos desiertos como en pleno mar, porque, cuando de lugares llanos y pelados de vegetación se arranca el vendaval y levanta del suelo las arenas, éstas arrastradas con gran violencia, suelen llenar la boca y cegar los ojos: así sin vista es preciso detenerse. Viendo los de Cirene que se habían retrasado algún tanto, y temiendo que sus conciudadanos les castigasen por el daño que les habían ocasionado, acusaron a los cartagineses de haber salido de su ciudad antes del momento fijado y quisieron anular la prueba, prefiriéndolo todo a la vergüenza de retirarse vencidos. Pero solicitando los cartagineses otra condición con tal que fuese razonable para los dos partidos, los griegos les dieron a elegir: o que se dejaran enterrar vivos en el mismo lugar que pretendían fuese el límite de su territorio o que les permitieran pasar delante hasta el lugar que quisieran bajo la misma condición. Los Filenos aceptaron el pacto y sacrificando su vida a la patria fueron enterrados vivos. Los cartagineses erigieron en aquel lugar altares a los hermanos y establecieron otros honores en la patria.”

                Cayo Crispo SALUSTIO, La guerra de Yugurta. Edición de José Torrens Béjar, Madrid, Sarpe, 1985, pp. 100-101.

                Selección de Carmen Pastor Sirvent.