EJÉRCITOS EN LIZA, EL DE EXTREMADURA CONTRA EL DEL ALENTEJO.

30.06.2018 10:52

                En 1640 la Monarquía hispánica sufrió una severísima quiebra. Portugal recuperó su condición de reino independiente, no sin graves problemas a pesar de centrarse el esfuerzo militar español en Cataluña y en los Países Bajos durante los años siguientes. La raya entre Portugal y Castilla volvió a ser insegura, con golpes de mano por ambas partes en Galicia o en Extremadura, territorio que acusó importantes destrucciones de riqueza.

                Tanto españoles como portugueses tuvieron que organizar allí importantes contingentes de tropas, el ejército español de Extremadura y el portugués del Alentejo. Ambos fueron acrecentando sus efectivos a medida que pasaron los años. En 1642 los españoles contaron con 7.409 soldados de infantería y de 1.983 jinetes, una fuerza que sobre el papel no era insignificante, pero que se enfrentaba a las deserciones y a las carencias logísticas, en un momento muy criterio para las armas españolas.

                Aun así, los españoles acrecentaron en 1644 sus efectivos hasta 12.000 infantes y 2.600 jinetes, pues el ejército portugués del Alentejo ya contaba con 6.000 soldados de infantería y 1.000 jinetes. Portugal parecía un reino que no podría detener finalmente a las fuerzas de Felipe IV, pero al final logró organizarse convenientemente y aliarse con los enemigos de España, Francia y más tarde Inglaterra.

                Cuando Felipe IV, firmada la paz de los Pirineos con Francia, albergó la esperanza de recuperar Portugal, se encontró con una realidad adversa a sus intereses. El ejército del Alentejo desplegó en 1664 22.000 infantes y 6.000 jinetes contra los 15.316 soldados de infantería y los 7.188 jinetes. Don Juan José de Austria, el hijo natural del rey español, no estuvo a la altura de las circunstancias como general y sus fuerzas se vieron minadas por las deserciones de los mercenarios suizos y por los problemas logísticos.

                El 13 de febrero de 1668 se alcanzó con intervención de Inglaterra la paz perpetua entre España y Portugal, que vio reconocida su independencia. Excepto Ceuta, se restituirían todas las plazas conquistadas siguiendo los límites antes de comenzar la guerra. Tales localidades conservarían sus privilegios. Se devolverían haciendas y liberarían prisioneros, tomándose garantías por españoles y portugueses contra los piratas y malhechores que entorpecieran la paz. Portugal podría coaligarse libremente con Inglaterra. Se había llegado al final de un largo e irregular conflicto, en el que ambos ejércitos hicieron uso de los revalorizados escuadrones de caballería, una nota distintiva de la guerra del siglo XVII.

                Víctor Manuel Galán Tendero.