EL APRESAMIENTO DEL VIRREY DE NUEVA ESPAÑA. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

28.02.2020 16:05

                La guerra entre España y Gran Bretaña marcó decisivamente muchos de los años del reinado de Carlos IV, cuyos gabinetes se vieron entre la espada y la pared en innumerables ocasiones. La alianza con la Francia del Directorio y el Consulado se mantuvo con altibajos, pues los imperativos de la defensa de la América española eran considerables.

                Con destino a la Nueva España fue enviado un experimentado oficial general de marina como virrey, el alicantino Félix Berenguer de Marquina. Hombre ya maduro y con experiencia, a veces nada agradable, era un protegido del secretario de Estado y del Despacho Mariano Luis de Urquijo, hombre de ideas ilustradas y regalistas.

                No obstante, Berenguer de Marquina se quejó posteriormente de la extorsión que padeció en Madrid a la espera de su habilitación como virrey. Por fin emprendió camino hacia su destino americano, pero el bergantín correo en el que viajaba, el Cuervo, fue atrapado en la sonda de Campeche por la fragata de guerra británica la Alarma.

                Todo un flamante virrey había sido apresado por los británicos, el de la esencial Nueva España. Fue conducido a la jamaicana Kingston como prisionero de guerra. Durante su cautiverio fue tratado con consideración.

                Allí dio su palabra al almirante Parker que le permitiera proseguir su viaje, bajo palabra de no mandar escuadra ni navío de guerra alguno durante la guerra, pues no iba a Nueva España como marinero, sino como virrey.

                Permitió el almirante que entrara la goleta Parlamentaria procedente de La Habana con prisioneros británicos. En el puerto de Kingston se recompondría su timón. Para viajar a Veracruz, Berenguer de Marquina pagaría su flete y rancho, sin gravamen para las autoridades británicas.

                Llegado finalmente a Veracruz, sin mayores incidentes, viajó hasta la capital de México. Allí tuvo que adornar, según confesó, el palacio virreinal como espacio de representación apropiado, a unos precios al triple e incluso al cuádruple de los peninsulares. Resultaron más gastos todavía para Berenguer de Marquina, que ante sus empeños pidió no satisfacer el impuesto de la media anata por su oficio, un aumento de suelo o la gratificación de su accidentado viaje.

                El 13 de diciembre de 1800 cesó su protector Urquijo, pero Berenguer de Marquina recibió el 29 de julio de 1801 de 40.000 duros a modo de compensación por sus inconvenientes.

                Fuentes.

                ARCHIVO GENERAL DE INDIAS.

                Estado, 28, N. 84.