EL CUELLO DE BOTELLA DE LA ECONOMÍA NAZI. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

03.04.2022 11:54

               

                La Alemania nazi se orientó desde sus inicios a la guerra de conquista, la del espacio vital que asegurara a los arios la preeminencia, según los planteamientos supremacistas y racistas del nacional-socialismo. En 1933, Alemania se encontraba seriamente tocada por la Gran Depresión, con un amargo recuerdo de la Gran Guerra. A pesar de los enormes riesgos de un nuevo conflicto, el círculo de Hitler perseveró en la política belicista.

                El tratado de Versalles fue denunciado e impulsado el crecimiento de las fuerzas armadas. En medio de una notable crisis económica mundial, se impuso el principio de la autarquía o economía centrada en el aprovechamiento y explotación de los recursos del territorio controlado por el Estado, algo que se avenía con la teoría del espacio vital.

                El elegido para llevar a cabo tal tarea, en agosto de 1934, fue el presidente del Reichsbank Hjalnar Schacht, nombrado ministro de Economía. Su autoridad se acrecentó a finales de 1935 con los poderes de plenipotenciario general de la Economía de Guerra. Su misión resultó muy clara, la de preparar económicamente a Alemania para el conflicto.

                Con una inflación desatada y escasos fondos públicos, Schacht recurrió al sistema de bonos MEFO para allegar recursos. En 1933 se había formado la Sociedad de Investigación Metalúrgica o la MEFO, con un capital de un millón de marcos aportado por varios magnates de la industria alemana, como Krupp o Siemens. A esta suma, se le añadió otra de doce millones de marcos de inversiones, cuyo interés se devolvería en teoría en 1938.

                Llegado el 1938, no se pudieron satisfacer tales intereses, y el gobierno emitió nuevos billetes, con la esperanza puesta en cubrir las deudas con los botines de guerra. Mientras tanto, el gasto militar había saltado del 4% de 1933 a la mitad del presupuesto de 1938.

                La inflación volvió a hacer de las suyas, y los círculos nazis pretendieron atajarla con la congelación de precios y salarios del Plan Cuatrienal del 36, que también sometía a las divisas, las materias primeras y la mano de obra a los dictados gubernamentales. Fue en vano. La guerra solo agravó todavía más los problemas, y al finalizar la deuda alemana rondaba los 380.000 millones de marcos.

                Para saber más.

                Wolfgang Benz, El Tercer Reich. 101 preguntas fundamentales, Madrid, 2009.