EL DESAFÍO DE LOS JUECES DE ARBOREA AL PODER ARAGONÉS. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

01.04.2020 16:04

                Cerdeña fue una isla disputada en el competitivo Mediterráneo medieval. Aunque no fraguaría allí un reino independiente y propio, en tierras sardas gozarían de gran poder unos gobernantes locales, los jueces.

                La historiografía los ha hecho derivar del gobierno de los arcontes bizantinos de Cagliari. Atenazados por los problemas de comunicación con Constantinopla y la presión musulmana, designaron encargados de su autoridad en los cuatro rincones de Cerdeña, los jueces de título latino. Emergieron así los de Cagliari, Torres, Gallura y Arborea.

                Este último ganó fuerza en el concierto insular. El juzgado de Arborea llegó a convertirse en un sólido Estado con unos 5.500 kilómetros cuadrados, un reino de facto, pese a las interferencias de Pisa o Génova. Se estructuró en catorce procuradurías que abarcaban distintas aldeas, dirigidas por sus prohombres o mayorales. La reunión de tales nutrió la asamblea de la Corona del Logu o territorio, con importantes poderes jurídicos. La historiografía ha venido caracterizando la sociedad sarda coetánea como escasamente feudal, en relación a otras del continente europeo. Se ha atribuido la introducción del feudalismo a la conquista aragonesa, tomándose como referencia la respuesta dada por el juez Hugo de Arborea a Jaime II de Aragón: “Sardi qui unum regem se habuisse credebant et modo habent tot reges quot sunt villa in kallaro.” Tal planteamiento se ha matizado recientemente.

                Los jueces de Arborea intentaron reclamar el título de reyes de Cerdeña en el siglo XII con el apoyo gibelino, dentro de las luchas entre el Imperio y el Papado. No lo consiguieron. La isla prosiguió dividida y en las guerras del XIII Arborea se puso del lado de Pisa contra la pro-genovesa Cagliari. El juez Mariano III (1304-21) cambió la alianza de Pisa por la de Aragón.

                El poder aragonés se afirmó en la isla, lo que despertó el descontento del juez Mariano IV (1347-76). Pretendió erigirse en rey de Cerdeña y prometió satisfacer el canon como tal al Papa Urbano V. Hombre político, impulsó una notable actividad legislativa, que se ha identificado con la Carta del Logu, atribuida tradicionalmente a su hija Leonor. Tras la fuerte pugna con Génova, las campañas de reincorporación del reino de Mallorca, la guerra de las Uniones y el duro enfrentamiento con la Castilla de Pedro I, la Corona de Aragón se encontraba exhausta, máxime con las nefastas consecuencias de la peste de 1348. Mariano IV escogió el momento adecuado y en 1368 derrotó en la batalla de Santa Ana a las fuerzas comandadas por don Pedro Martínez de Luna. Solo resistieron al poder de Arborea el castillo de Cagliari o Cáller y El Alguer, además de los dominios de los Doria.

                La peste paralizó momentáneamente la guerra en 1375, llevándose a Mariano IV. Fue su hija Leonor, casada con el genovés Brancaleone Doria, la que se hizo cargo de la regencia de Arborea.

                El tratado de 1388 no consiguió mantener la paz por mucho tiempo. Ciertamente, Brancaleone Doria había sido aliado de Aragón, pero la resolución del litigio del condado de Quirra en contra de sus intereses y las sanciones que se le impusieron por su comportamiento ulterior lo convirtieron en un encarnizado enemigo desde 1390. En este año Aragón alcanzó una paz con Génova (cuya armada descargaría finalmente contra Túnez), pero la pérdida de Neopatria en el otro confín del Mediterráneo auguraba malos tiempos.

                A comienzos de 1391 las fuerzas de Arborea habían arrinconado a las aragonesas. El rey Juan I ordenó acudir a combatir a todos aquellos que hubieran recibido heredades en la isla. En medio de una fuerte sacudida social contra las comunidades judías, intentó conseguir medios para enfrentarse a Arborea. Se propuso ir a Cerdeña en 1392 para dirigir personalmente la campaña y emplear a tal efecto las fuerzas destinadas en Sicilia, también en porfiada lucha. El Alguer se hallaba en grave riesgo de perderse, pero el riesgo de guerra con la Granada nazarí le hizo desistir del pasaje a la isla. 

                Arborea aprovechó su fortaleza para afirmar sus leyes. El desembarco de Martín el Joven, desde Sicilia, al frente de 8.000 infantes y 3.000 caballeros complicó su situación. En 1409 venció en la batalla de Sanluri, falleciendo poco después de enfermedad.

                Arborea no se arredró y aprovechó los problemas del Interregno de Aragón. El juez Guillermo III, vizconde de Narbona, plantó cara y trasladó su capital de Oristán a Sassari en 1410. El enfrentamiento, sin embargo, resultaba agotador y el 17 de agosto de 1420 Guillermo III vendió a Alfonso el Magnánimo sus derechos sobre Arborea por cien mil florines de oro.

                La lucha por el dominio de Cerdeña había sido extremadamente dura. Algunos la han calificado del Vietnam de la Corona de Aragón. Otros podrán contemplar el juzgado de Arborea, en ciertos términos, como un Estado-fallido. Con todo, demostró una enorme capacidad de resistencia, que puso a prueba las debilitadas fuerzas de la Corona de Aragón en el intenso paso del siglo XIV al XV.

                Fuentes.

                Jerónimo Zurita, Anales de la Corona de Aragón, Libro X. Edición electrónica coordinada por Javier Iso.