EL TRATO EGIPCIO A LOS ANIMALES DOMÉSTICOS.

29.11.2021 08:21

               

                “Grande es la abundancia de animales domésticos y sería mucho mayor si los gatos no sufrieran este percance: las hembras después de parir no se allegan ya a sus machos, y éstos, por más que tratan de juntarse con ellas, no lo logran; acuden, pues, a esta astucia: quitan, por fuerza o por maña, a las hembras sus cachorros y los matan, pero no los comen. Las hembras, despojadas de sus cachorros y deseosas de otros, se allegan de este modo a los machos, porque este animales es amante de su cría. Cuando hay un incendio, pasa con los gatos un hecho extraordinario. Porque los egipcios se colocan de trecho en trecho guardando a los gatos, sin ocuparse de extinguir el fuego; pero los gatos cruzan por entre los hombres a saltos por encima de ellos y se lanzan al fuego. Cuando tal sucede, gran pesar se apodera de los egipcios. En las casas en que un gato muere de muerte natural, todos los moradores se rapan las cejas solamente; pero al morir un perro, se rapan la cabeza y todo el cuerpo.

                “Los gatos son llevados después de muertos a locales sagrados, y allí son embalsamados y sepultados, en la ciudad de Bubastis. Cada cuál entierra las perras en ataúdes sagrados en su respectiva ciudad, y del mismo modo se sepulta a los icneumones. Llevan las musarañas y gavilanes a la ciudad de Buto; los ibis a la de Hermópolis; pero a los osos, que escasean, y a los lobos, que no son mucho mayores que zorros, los entierran allí donde los encuentren tendidos.”

                HERÓDOTO, Libro II, 66-67.

                A mi querido Espiguita, ahora en Bubastis.

                Víctor Manuel Galán Tendero.