EL VIOLENTO FIN DE LOS NAPOLEÓNICOS CIEN DÍAS. Por Celia Varea Villanueva.

30.10.2015 06:45

    En la gran batalla de Waterloo, que puso fin a los Cien días, el ejército francés dirigido por un declinante Napoleón se enfrentó a las tropas combinadas de los Países Bajos, Gran Bretaña y Prusia. Ocurrió después que Napoleón retornara desde su destierro y asumiera el imperio por segunda vez. Los aliados congregados en Viena decidieron pararle los pies. Consciente de ello, Napoleón atacó los Países Bajos para intentar que no se unieran sus enemigos, aprovechando la distancia entre británicos y prusianos.

    

    Los grandes combates empezaron entre el día 17 y 18 de junio. Los primeros ataques fueron a los prusianos en Ligny y a las tropas británicas de Wellington en Quatre Bras. En los dos combates los franceses ganaron, derrotando a los prusianos y forzando la retirada de los británicos. En mi opinión, la estrategia de Napoleón estuvo muy bien meditada, ya que si no hubiera hecho eso los aliados perfectamente se habrían unido antes para aniquilarlo.

    No obstante, el día 18 el sueño del imperio de Napoleón llegó a su fin. Por culpa del terreno y de la previsibilidad del ataque, el asalto que ejecutó Napoleón precedido de los bombardeos de la artillería sobre el ejército británico no fue efectivo. En este caso, aunque Napoleón no tuvo éxito en su ataque al menos lo intentó. El siguiente movimiento que el emperador hizo fue muy inteligente, al ver que muchos de sus soldados estaban muriendo. Atacó por otro punto. Las tropas belgas se replegaron, lo que a su vez hizo que las tropas británicas acudieran en su ayuda, si bien se debilitaron. Los españoles que estaban en el núcleo de la formación británica aguantaron.

    

    Hasta aquí, bajo mi punto de vista, Napoleón hizo lo mejor que pudo, ya que las tropas enemigas le superaban en número, pero aún así si hubiera tenido un general al mando de la caballería que tomara las decisiones rápidas habría vencido.

    El gran error que le llevó a la derrota fue dejar un mando ineficiente a cargo de la caballería. La llegada de los prusianos al campo de batalla, que no fueron interceptados, completó el destino de Francia y Napoleón perdió. Partió una vez más al destierro. Esta vez definitivo.