ENRIQUE IV EMPRENDE LA GUERRA CONTRA GRANADA.
“Después de esto, así es que el rey don Enrique acordó hacer la guerra a los moros (en 1455), y antes que la guerra se comenzara llegó nueva a Castilla cómo el papa Nicolás V había muerto. Y el rey acordó enviar su obediencia al papa Calixto III, su próximo sucesor, y fue por embajador para dar esta obediencia al papa don Rodrigo, obispo de Palencia que era del consejo del rey y deán de la iglesia de Sevilla.
“Y el rey, como fuera codicioso de ganar tierra a los moros, aparejó su hueste contra ellos, y por su propia persona entró en tierra de moros, e iban con el rey muchos grandes de Castilla. Destruyó y quemó en tierra de Granada y Málaga y de otros lugares de alrededor muchos panes, olivares, viñas y ganó algunos lugares pequeños que dejó bajo sus señoríos sojuzgados, haciendo todas estas cosas con tan gran magnificencia como a devoto y religioso príncipe convenía hacer, teniendo tanta devoción y fe e industria como los católicos príncipes han de tener para guerrear contra los moros. Y acabado esto, el rey don Enrique se volvió a España y casó con doña Juana, hija del rey Duarte de Portugal, celebrando en el casamiento grandes fiestas y solemnes bodas, hecho antes de esto por autoridad del papa el divorcio y apartamiento entre él y doña Blanca, su primera mujer, hija del rey don Juan de Aragón, porque se hallaron parientes en grado prohibido.
“La reina Juana parió una hija que asimismo llamaron doña Juana, a la cual todos los grandes del reino juraron por princesa, creyendo ser hija del rey don Enrique.
“En este tiempo, Carlos VII, rey de Francia, envió por su embajador al rey don Enrique a su arzobispo turonense, después de lo cual el reino, habiendo olvidado la guerra que antes tenía comenzada contra los moros, ayuntó (en 1461) mucha más gente de guerra que antes, y poderosamente fue contra el reino de Granada, llevando consigo muchos grandes de su reino, entre los cuales iban don Juan de Guzmán, duque de Medina; don Juan Pacheco, marqués de Villena; don Pedro Girón, hermano del maestre de Calatrava; don Fadrique, almirante de Castilla; don Iñigo López de Mendoza, marqués de Santillana, de sus hijos acompañado; don Álvaro de Estúñiga, conde de Plasencia; don Juan Pimentel, conde de Benavente; don Fernán Álvarez de Toledo, conde de Alba; don Juan Manrique, conde Paredes; don Gabriel Manrique, conde de Osorno; don Pedro de Velasco, primogénito del conde de Haro, y don Alonso de Velasco, hermanos del mismo conde de Haro, que era noble varón así en ciencia como en costumbres, y otros muchos condes y ricos hombres que por ahora se dejan de escribir.
“Y entre tanto que el rey hacía su guerra contra los moros, dejó por sus gobernadores del reino de Castilla a don Alonso Carrillo, arzobispo de Toledo, y a don Pedro Fernández de Velasco, conde de Haro, varones claros, así en nobleza como en sabiduría y virtudes, los cuales gobernaron el reino con toda prudencia y oportunidad, como era necesario y por el rey les había mandado.
“El rey don Enrique, fortalecido con tanta compañía de grandes, entró por todo el reino de Granada y pasó libremente por él, acometiendo y encerrando a los moros dentro de los muros de sus propias ciudades, haciéndoles muchos daños y destrucciones y ganando muchos castillos y lugares de moros.
(…)
“Y como en tiempo de este rey don Enrique fue ganada la ciudad de Gibraltar (1462) y de las virtudes de este rey y de su liberalidad.
“En tiempo de este rey don Enrique fue ganada la ciudad de Gibraltar y fueron echados los moros de ella, poblándola de cristianos, a los cuales el rey hizo grandes mercedes y les otorgó muchos privilegios. Y en la tomada de Gibraltar don Juan de Guzmán, duque de Medina Sidonia, hizo hechos muy señalados servicios. Y en este mismo tiempo, fue tomada la villa de Estepona, que es cerca de la ciudad de Málaga, con gran peligro y daño que en ganarla recibió don Juan Pacheco, marqués de Villena, y asimismo ganó don Pedro Girón, maestre de Calatrava, a Archidona.”
De Enrique IV al emperador Carlos, Crónica anónima castellana de 1454 a 1536. Edición de José Manuel Nieto Soria, Madrid, 2025, pp. 107-110 y 113.
Selección y adaptación al castellano actual de Víctor Manuel Galán Tendero.