EPIGRAFÍA Y ROMANIZACIÓN. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

17.08.2025 10:06

              

               La escritura marcó decisivamente la Historia de la Humanidad. Sus variadísimos caracteres nos revelan los cambios y las permanencias de los anhelos y los temores de distintas sociedades a lo largo del tiempo.

               Como es bien sabido, se ha escrito sobre soportes muy diferentes, como sobre las piedras. Los romanos impulsaron los hábitos epigráficos en la península Ibérica, aunque entre pueblos como los celtíberos ya encontramos inscripciones. En los primeros compases de la romanización, un proceso ciertamente complejo, se hicieron inscripciones bilingües. En el territorio de Lusitania se empleó la escritura latina para expresarse en la lengua de sus naturales. Finalmente, se impuso el latín, de la mano de sus usos más orales a veces.

               A este respecto, la provincia de Lusitania es un buen observatorio del arraigo de la epigrafía bajo los romanos. Creada en el 27 antes de Jesucristo, fue una de las provincias imperiales establecidas por mandato de Octavio Augusto. Sus límites definitivos se establecieron más tarde, en el 17 antes de Jesucristo.

               En los comienzos de la nueva provincia, se celebraron las construcciones de las ciudades de nueva fundación, como Augusta Emérita. La que sería capital provincial se estableció en el 25 antes de Jesucristo, celebrándose al fundador Marco Agripa. En calidad de benefactores y patronos de la colonia emeritense también se rindió homenaje a la esposa e hijos de Marco Agripa.  

               La capital provincial sirvió de modelo a otros núcleos urbanos, en los que se fue generalizando la epigrafía. No debe olvidarse que el establecimiento de hitos o miliarios también ayudó al respecto, difundiendo la escritura epigráfica por el territorio, a despecho de su expresión estandarizada. En los hitos entre los términos de las comunidades ciudadanas se evocó la intervención del emperador como garante de paz y orden.

               Pronto la epigrafía salió del terreno más oficial para adentrarse en el más privado, como el de los monumentos funerarios. Los epitafios en estelas de granito de los veteranos de Mérida acreditan el alcance de los usos epigráficos en los comienzos del Alto Imperio.

                Para saber más.

               Susana Marcs, “La novedad epigráfica: el paisaje en la Lusitania en época augustea”, Veleia, 2025, 42, pp. 143-163.