ESPERANZA Y TEMOR EN LOS INICIOS DEL TRIENIO LIBERAL. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

04.03.2020 15:55

                Al amigo Magí Aloguín Pallach, tarraconense de pro.

                El Trienio Liberal fue una experiencia intensa para la vida española. El liberalismo proclamado con solemnidad en la Constitución de 1812 volvió a reclamar su lugar frente al absolutismo y las transformaciones que asociamos con el desmantelamiento del Antiguo Régimen volvieron a ponerse en marcha.

                La España de la época todavía abarcaba, ya con enormes dificultades, ambos hemisferios. Las directrices emanadas de sus autoridades centrales resultaron trascendentales, pero su aplicación a nivel local tuvo una importancia de primer orden. Los municipios tomaron medidas revolucionarias y se enfrentaron a sus opositores en la medida de sus posibilidades.

                Los gremios fueron entonces abolidos, incluidos los de labradores. Precisamente, el de Tarragona pidió el 8 de agosto de 1820 que el ayuntamiento le aclarara cómo gobernarse a partir de entonces.

                Se les recordó al respecto el decreto de 8 de julio de 1813 de las Cortes, sobre el libre ejercicio de la industria. La suspensión del gremio de labradores no era cuestión baladí al encargarse el mismo de la recaudación de una serie de arbitrios municipales desde hacía mucho. Era una oportunidad de oro para mejorar. Los flamantes comisionados exigieron la suspensión del derecho de la vendimia y de la entrada del vino forastero. Escucharon los munícipes comprensivamente aquella petición, pero se apuntó que se deberían de introducir otros arbitrios en sustitución.

                La carencia de fondos era importante, coincidiendo con notables compromisos de seguridad. La concentración de presos en Tarragona determinó la llamada al comandante de las escuadras de Valls para perseguir a los malhechores. El jefe político se mostró conforme con la medida.

                El clima de desconfianza era intenso, hasta tal punto que los que encabezaban las danzas de Santa Tecla, los caps de ball, tuvieron que presentarse a la consideración del alcalde primero tarraconense. La inseguridad, que afloraría con la oposición al liberalismo y el carlismo en aquella tierras, ya se hizo patente a inicios de aquel emblemático Trienio.

                Fuentes.

                ARXIU HISTÒRIC DE LA CIUTAT DE TARRAGONA.

                Acuerdos municipales de 1820.