FABRICAR ARMAMENTO EN PLENA GUERRA. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

21.09.2025 11:54

              

               A partir del 17 de julio de 1936 el territorio español se dividió en dos en una dramática guerra, estallando en el campo republicano la revolución, particularmente intensa en Cataluña. Allí, el gobierno de la Generalitat tuvo que alcanzar un acuerdo con las fuerzas anarquistas y otras revolucionarias afines, que habían dado bríos a la colectivización de empresas. El 12 de agosto del 36 la nueva Generalitat creó la Comissió d´Indústries de Guerra, con el propósito de dirigir la producción de las fábricas colectivizadas bajo su mandato a la fabricación de armas.

               Aunque con mayores posibilidades industriales que sus oponentes, más fuertes en regiones más agrarias, las fuerzas republicanas necesitaban con urgencia importantes cantidades de armas. De manera temprana, las tropas sublevadas recibieron la asistencia material de la Italia fascista y de la Alemania nazi, lo que agravó el problema.  

                En octubre de 1936 el ministro de Marina y Aire Indalecio Prieto viajó a Barcelona, donde visitó la industria Hispano Suiza. Con claridad expresó a sus interlocutores la perentoria necesidad de suministros militares para el amenazado Madrid, particularmente ante las dificultades observadas en la fabricación de Sagunto. En noviembre del 36 el destacado conseller Josep Tarradellas (encargado de Economía y Finanzas) se trasladó a Valencia, donde se había establecido la capital de la República, para conseguir los créditos necesarios y las oportunas divisas para comprar materiales en el mercado internacional.

                A pesar de este deseo de entendimiento, la Generalitat se quejó pronto de impago de las facturas. Enero del 37 las relaciones entre la Generalitat y el gobierno central republicano se tensaron, pues en Manresa se puso en funcionamiento una fábrica gubernamental de bombas, al margen de la Comissió. Los agentes gubernamentales captaron voluntades entre los productores ofreciendo acuerdos ventajosos.

                La situación se endureció a partir de los Hechos de mayo de aquel mismo año, cuando el gobierno de la República ya preparaba establecerse en Barcelona para fortalecer su autoridad. El 6 de junio Prieto creó la Subsecretaría de Armamento, cuyo primer y fugaz responsable fue Ángel Pastor Velasco, un gran promotor del arma de Aviación.

                Aunque la República apostó en septiembre de 1937 por comprar más que por producir material de guerra, en octubre intervino todas las fábricas colectivizadas que no fueran gestionadas por la Generalitat. Según algunos, se penalizó el esfuerzo acometido y los trabajadores ya no acometieron sus tareas con igual brío e ilusión. De todos modos, se reconoce desde el lado catalanista que la Subsecretaria acertó en suspender la producción de camiones blindados, que no sirvieron en los combates de campo. El 11 de agosto de 1938, con la oposición de la Generalitat, las quince fábricas de la Comisión pasaron a la Subsecretaria.

                Las labores en la Subsecretaria fueron retratadas con tonos sombríos por M.  Casanova, el pseudónimo de Mieczyslaw Bortenstein (1907-1942), un trotskista polaco de nacimiento que tras ser expulsado del Partido Comunista francés luchó en las milicias de la anarquista CNT:

               “A pesar de no ser un gran experto en este terreno, tengo una cierta experiencia por haber trabajado todo el año 1938 precisamente en la industria de guerra. Trabajé primero en un pequeño pueblo catalán de la provincia de Barcelona, tres meses en calidad de simple contable de una empresa que fabricaba vagones y máquinas agrícolas, antes del 19 de julio, y que fue transformada en fábrica de guerra. Allí se fabricaban granadas, piezas de ametralladora, etcétera. Después fui, durante casi nueve meses, el administrador de una fábrica de guerra en la misma Barcelona: Para describiros las dificultades con las que hemos topado durante todo el tiempo, o más bien el sabotaje constante y permanente, la burocracia, el despilfarro, los robos, la incuria, la anarquía -ésta, en el sentido vulgar de la palabra-, en fin, para contarte las hazañas de la criminal administración de la industria de guerra que se llamaba Subsecretaría de Armamento; haría falta un libro, que sería también rico en enseñanzas.

               “Cuando se asistía a estos robos, a este despilfarro permanente (desplazamientos inútiles, la corriente eléctrica faltaba a menudo precisamente en las horas en que más se necesitaba, las materias primas llegaban a la fábrica cuando no se pedían; por el contrario faltaban aquellas que más se necesitaban, aunque los almacenes de la Subsecretaría estaban repletos de ellas, etc.); cuando se asistía a todo esto siempre nos preguntábamos: "¿son imbéciles o fascistas?".

                Las luchas internas pasaron una terrible factura a las fuerzas republicanas.

              Para saber más

                M. Casanova El Frente Popular abrió sus puertas a Franco. Memorias de un combatiente de las Brigadas Internacionales, marzo de 1939.

                Pelai Pagès, “La Comisión de la Industria de Guerra de Cataluña (1936-1938)”. Ebre 38, febrero de 2008, pp. 43-64.