GRAN BRETAÑA Y ESTADOS UNIDOS A PUNTO DE ENTRAR EN GUERRA. Por Antonio Parra García.

22.11.2016 10:46

                

                En mayo de 1861 los jóvenes Estados Unidos se enfrentaron a una crisis de primer orden: casi dos millones de kilómetros cuadrados de su territorio formaron un gobierno propio, el de la Confederación, que disponía de sus propias fuerzas armadas y autoridades. A poca distancia de Washington se erigía un nuevo Estado americano que se reclamaba heredero de la gran revolución contra el poder británico casi cien años antes.

                El presidente Lincoln se mantuvo firme, pese a que doblegar a la Confederación sureña entrañaba un esfuerzo titánico. Para cortar sus comunicaciones oceánicas, la Unión desplegó su armada a lo largo de la costa desde el golfo de México a Maryland. La estrategia era acertada sobre los mapas, pero en la práctica irrealizable y nueve de cada diez buques de la Confederación burlaban el bloqueo. Las relaciones con la Europa industrializada compradora de algodón no pudieron ser cortadas por los del Norte.

                Gran Bretaña, dominadora del Canadá y atenta al crecimiento de la Unión en décadas pasadas, contempló con simpatía a la Confederación, pese a que muchos políticos del Sur habían sido fervientes expansionistas. Entabló relaciones diplomáticas más o menos informales.

                En uno de los pocos buques al servicio de la Confederación que fueron apresados por la armada unionista viajaban James Mason y John Slidell. La toma del vapor británico Trent provocó una oleada de indignación en Londres.

                Se creyó que tal incidente llevaría a los británicos a la guerra junto a los confederados. El pánico se desató en el Norte, donde las finanzas y los bancos acusaron el miedo. La Unión temió verse privada de fondos para subsistir, dado el enorme coste de la guerra y la poca confianza de la que gozaba entre ciertos círculos de negocios. Entre la espada y la pared, Lincoln liberó a los enviados de la Confederación el día después de Navidad de 1861. Aquello fue visto como una humillación, pero evitó la temida guerra con Gran Bretaña y a la larga salvó a la Unión.