IMPARTIR JUSTICIA EN ATENAS. Por Antoni Llopis Clemente.

16.04.2015 06:49

 

               

                En los primeros tiempos se encomendaba impartir justicia en Atenas al jefe de las agrupaciones gentilicias. Sus fallos no podían ser apelados de ninguna manera, pues disponía de los temistes o mandatos divinos.

                Las leyes antes del siglo VII antes de Jesucristo no se pusieron por escrito, confiándose como tantas cosas a la tradición oral preservada por los ancianos más respetables. Tal situación comenzó a alterarse con el severo Dracón para toda Grecia, el sabio que puso por escrito las leyes, cuya legado fue proseguido por Clístenes, uno de los padres de la democracia ateniense, sin olvidar a Solón.

                                            

                En Atenas los tribunales fueron varios, pues cada uno se encargaba de una función concreta.

                El consejo del Areópago, emplazado en la colina de Ares, juzgaba los homicidios premeditados, sentenciando a muerte y confiscación. Pericles limitó su capacidad de fiscalizar a los órganos de gobierno atenienses y transfirió casos complicados a Asamblea Popular y a los heliastas. Actuó como fiscal insobornable y sus miembros terminaron por proceder de todas las clases sociales.

                El Paladión, ubicado en el santuario de Palas, juzgaba homicidios involuntarios.

                El Delfinión, en el santuario de Apolo, emitía justicia sobre los homicidios en defensa propia.

                El Freatis, en el puerto del Pireo, se encargaba de los exiliados por delitos, situándose el inculpado en una barca en el mar y los jueces en la orilla hasta que se sustanciara el proceso.

                Al Pritaneo se le comisionaba para hacer justicia en casos de crímenes no descubiertos y de sentenciar a objetos y animales dañinos.

                La Heliea trataba los delitos civiles y se componía de ciudadanos honrados, divididos en dicastas, aceptando un estipendio.

                

                Los principales magistrados atenienses fueron el arconte basileus (que juzgaba los homicidios y dirigía el culto), el arconte epónimo protector del derecho de familia, el arconte polemarco encargado del ceremonial religioso y de la protección de los extranjeros, y los seis arcontes tesmotetes, con su secretario, que actuaban colegiadamente como tribunal supremo y constitucional. Además los Cuarenta entendían sobre las faltas contra propiedad menores de 10 dracmas. Los jueces de paz ya realizaban una importante labor de avenencia entre las gentes de Atenas.

                En el proceso judicial toda demanda se tenía que realizar por escrito y acompañada al menos de dos testigos para ser aceptada a juicio por los tesmotetes. Ya en los siglos V y IV antes de nuestra Era intervenían hábiles abogados en las salas de justicia.