INGRESAR EN UN CÍRCULO SATÁNICO MEDIEVAL.

06.01.2021 12:19

               

                En la Europa medieval, la persistencia de algunos cultos y usos paganos se asociaron con el satanismo y la brujería por parte de la Iglesia católica. En el Norte alemán, hubo un fuerte empeño para erradicarlos. En una bula papal de 1232, dirigida a los obispos de Paderborn, Hildesheim, Verden, Münster y Osnabrück, se describe el ingreso de una persona en un grupo “satánico”, claro ejemplo de las características que se le atribuían: 

                “Cuando se recibe a un novicio y se le introduce por vez primera en la asamblea de los réprobos, se le aparece una especie de rana; otros dicen que un sapo. Danle algunos un innoble beso en el trasero, otros en la boca, chupando con la suya la lengua y las babas del animal. Unas veces este sapo aparece en su tamaño natural, otras del tamaño de un ganso o de un pato. Corrientemente es del tamaño de la boca de un horno.

                “Avanzando el novicio llega hasta un hombre de prodigiosa palidez, de ojos negros, con el cuerpo tan delgado y extenuado que parece que las carnes todas le faltan y que no tiene más que la piel y los huesos. Bésale el novicio y nota que está frío como el hielo. Luego que le ha besad, todo recuerdo de la fe católica desaparece de su corazón.

                “A continuación se sientan todos para hacer un banquete y cuando se levantan después de concluido, sale de una especie de estatua, que se alza de ordinario en el lugar de estas reuniones, un gato negro, del tamaño de un perro mediano de proporciones, que hace su entrada andando hacia atrás y con la cola en alto. El novicio, siempre en primer lugar, le besa el trasero, después el director y después los demás, cada uno en su turno: pero sólo aquéllos que lo han merecido. En cuanto a los otros, es decir, los que no han sido considerados dignos de este favor, les da paz el director mismo.

                “Cuando vuelven a su sitio quedan en silencio durante unos instantes con la cabeza vuelta hacia el gato. Luego el director dice: Perdónanos. Después repite lo mismo el que está tras él y el que queda en tercer lugar añade: Lo sabemos, señor. A lo que un cuarto pone término diciendo: Hemos de obedecer.

                “Terminada semejante ceremonia apagan las luces y se abandonan a la lubricidad más abominable, sin considerar parentesco. Si hay más hombres que mujeres, los hombres satisfacen entre ellos su depravado apetito. Las mujeres entre sí hacen lo  mismo. Verificados estos horrores se encienden de nuevo las candelas y todo el mundo se encuentra en su sitio.

                “Después, de un rincón oscuro, sale un hombre, cuyo cuerpo por la parte superior, desde las caderas, es brillante y resplandeciente como el sol, pero que por la inferior es áspero y peludo como el de un gato. El director corta un trozo de las vestiduras del novicio y le dice al resplandeciente personaje: Amo, éste se me ha dado: a mi vez te lo doy. A lo que responde el otro: Bien me has servido, mejor me servirás aún, lo que me has dado póngolo bajo tu custodia. Y desaparece inmediatamente después de haber dicho estas palabras.

                “Todos los años en Pascua, reciben el cuerpo del Señor de mano del sacerdote, lo llevan en sus bocas y lo arrojan entre las inmundicias, en ultraje del Salvador. Además, estos hombres, los más miserables, blasfeman contra el Soberano del Cielo y en su locura dicen que el Señor de los cielos ha obrado como malvado, precipitando a Lucifer en el abismo. Los desgraciados creen en este último y afirman que él es creador de los cuerpos celestes y que más adelante, después de la caída del Señor, volverá a su gloria.

                “Por él y con él, no antes, esperan llegar a la felicidad eterna. Confiesan que no hay que hacer lo que a Dios le place, sino lo que le es desagradable.”

                  Julio Caro Baroja, Las brujas y su mundo, Madrid, 1988, pp. 104-106.

                Selección de Víctor Manuel Galán Tendero.