JAIME II AUXILIA AL EMIR DE TREMECÉN. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

02.02.2020 16:52

                La Corona de Aragón no perdió de vista el Norte de África en tiempos de Jaime II, que en 1291 suscribió con Sancho IV de Castilla el tratado de Monteagudo, por el que ambos monarcas se repartieron su conquista futura. Al de Aragón correspondió el territorio al Este del río Muluya y en aquel mismo año recibió al embajador del emir de Tremecén, un heterogéneo Estado bajo la dinastía de los Abd al-Wadíes, surgido tras la disolución del imperio almohade.

                Jaime II pretendió por el momento favorecer sus intereses comerciales, lo que fortalecería su posición en el Mediterráneo frente a sus  rivales, además de permitirle subordinar más estrechamente el reino de Mallorca. Con todo, las negociaciones no fructificaron y entre 1313 y 1318 la hostilidad se hizo patente entre ambos poderes.

                En 1318 subió al trono de Tremecén Abu Tachefyn, que quiso fortalecer su precaria posición y ampliar sus dominios. Por medio del alcaide Hilell ibn Abdallah negoció con Jaime II y su primogénito don Jaime, que renunció en 1319, un acuerdo de asistencia militar, en nombre de Dios.

                El aragonés debía de dispensarle la ayuda de veinte galeras, provistas de todo lo necesario, además de las cocas o naves que le fueran necesarias. Cada unidad naval se pagaría con 2.000 doblas de oro, en dos plazos. Servirían sobre Bugía durante cuatro meses de campaña. Se pagaría aparte su servicio en caso de entrar en aquel puerto. Los pagos se mantendrían, con independencia de posibles acuerdos, de los que los aragoneses estarían al tanto.

                La asistencia militar iba ligada a la penetración comercial y Jaime II nombraría un cónsul que juzgaría a los mercaderes de su obediencia según la costumbre de tiempos pasados. Podría cobrar el diezmo de los mercaderes cristianos, un verdadero honor. Si el cónsul fuera finalmente a la disputada Bugía, tendría autoridad sobre los caballeros cristianos.

                Jaime II insistió en su derecho a las presas de las naves tomadas, incluidos los cautivos musulmanes, y en la liberación de catalanes y aragoneses apresados. Se le haría un presente de treinta cautivos musulmanes, que no deberían ser entregados a menestrales, y se le prometieron 100.000 doblas en total por la empresa de Bugía. Al final, las ambiciones de Jaime II quedaron por debajo de sus expectativas.

                Fuentes.

                ARCHIVO DE LA CORONA DE ARAGÓN.

                Colecciones, Cartas árabes, Suplemento 16.