LA ACAYA FRANCA, UN PRINCIPADO MEDIEVAL. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

10.06.2021 12:05

               

                Durante la Plena Edad Media, la Europa feudal se expansionó territorialmente en varias direcciones. Las cruzadas se propusieron el dominio de Tierra Santa, pero la cuarta terminó atacando al mismo imperio bizantino, conquistando los cruzados la misma Constantinopla.

                A partir de 1204, se formaron tres grandes Estados francos: el del imperio latino de Constantinopla, el reino de Salónica y el principado de Acaya. Los griegos, aunque duramente castigados, distaban de estar vencidos, y los déspotas de Epiro y los emperadores de Nicea se encargaron de complicar las cosas a los conquistadores francos.

                A lo largo del siglo XIII, los griegos fueron recuperando posiciones y ganándoles la partida a los latinos. El reino de Salónica fue el primero en caer, en 1222, primero ante el embate de los búlgaros y más tarde del déspota de Epiro, que logró hacerse con su territorio. En 1261 le llegaría el turno al imperio latino de Constantinopla.

                El más resistente fue el que parecía más frágil al comienzo, el principado de Acaya, levantado por los conquistadores Godofredo de Villehardouin y Guillermo de Champlitte. El primero se hizo llamar baile de Morea, topónimo que en el siglo XIV llegaría a abarcar la península del Peloponeso. Más tarde, recibió el título de senescal de manos del emperador latino de Constantinopla. Se erigiría en príncipe finalmente.

                Los conquistadores lucharon contra la resistencia militar de los griegos, como la del tirano de Nauplia o las gentes de la accidentada Escorta. Argos y Corinto tampoco fueron sencillas de subyugar.

                Con todo, los conquistadores respetaron con pragmatismo las leyes de los griegos, al igual que las de los musulmanes que capitulaban en distintos territorios mediterráneos. Los arcontes del Peloponeso llegaron a ofrecerles consejo. Incluso el combativo Papa Inocencio III instó a tratar con clemencia al clero ortodoxo.

                Este proceder cauteloso no impidió que los latinos, fueran los caballeros de origen francés o lombardo, establecieran un sistema de organización feudal, en el que llegaron a conformarse hasta doce baronías, estructuradas a su vez de manera señorial. Las guerras internas debilitaron los linajes de los primeros barones, y los dominios fueron pasando a caballeros de origen foráneo.

                La Iglesia católica también obtuvo su parte, y los arzobispos metropolitanos de Acaya se establecieron en Patras, cuya fortaleza descolló junto a otras como la de Lepanto. Trovadores provenzales acudieron a una tierra que fue llamada nueva Francia por el Papa Honorio III. Las assises de Acaya regularon su vida interna en puntos tan delicados como el de las herencias.

                En una envidiable posición geográfica, el área fue también codiciada por los venecianos, que tanto protagonismo tuvieron en la cuarta cruzada. Lograron controlar Corón y Modón, añadiéndolos a sus dominios de Durazzo y Corfú en el mar Jónico.

                Acaya sobrevivió hasta 1430, tras no pocas peripecias. La casa de Anjou, conquistadora de Nápoles y enfrentada a la de Aragón, la pretendió. Más tarde sería la de Borgoña la que se haría con el principado, pues el intento de don Fernando de Mallorca no cuajó. En su recta final, los reyes de Nápoles nombrarían bailes. Tras denodados esfuerzos, los bizantinos volvieron a ser los señores del territorio, pero pronto los turcos otomanos inaugurarían una nueva época en la Historia del Peloponeso y de los Balcanes.

                Para saber más.

                Antonio Rubió, Los navarros en Grecia y el ducado catalán de Atenas en la época de su invasión, Barcelona, 1886.