LA ADMINISTRACIÓN DE UN GRAN ESTADO SEÑORIAL. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

21.01.2020 15:58

                El marquesado de Villena fue un gran estado señorial de la Corona de Castilla bajomedieval, limítrofe del reino de Valencia. En 1382, la corte de su señor Alfonso el Viejo se encontraba emplazada en Gandía, pues tan destacado noble de la Corona de Aragón había logrado igualmente la confianza de los Trastámara castellanos. El marquesado era administrado, ante tal absentismo, por personas como el tesorero Pere d´Orriols, cuyas cuentas eran sometidas al escrutinio de oidores. Tanto el organigrama del marquesado como su alto personal administrativo, de origen foráneo, presentan notables concomitancias con el de algunas monarquías coetáneas. Don Alfonso tuvo su propia cancillería, en la que los documentos tuvieron un papel esencial.

                El fenómeno urbano era capital en el gobierno territorial. Una serie de concejos (con una tierra encabezada por una villa) se distribuían por su territorio y el tesorero del marquesado ingresaba sus contribuciones. Además de la misma Villena, lo conformaban Chinchilla, Almansa, Albacete, Hellín o Iniesta, entre otros. Imposiciones comerciales como el almojarifazgo, gravámenes sobre las tiendas o la sal dan una magnífica idea de la importancia de su vida comercial.

                Satisfacían a fines del siglo XIV los vecinos de los concejos del marquesado impuestos como la martiniega, aunque los pagos de los arrendamientos de las escribanías y de los portazgos locales tampoco eran baladíes. Minorías religiosas como los judíos de Chinchilla se encontraban igualmente obligados a contribuir a la hacienda señorial, como si de la del rey se tratara.

                Los marqueses se beneficiaron de las tercias eclesiásticas, estableciéndose una divisoria entre los territorios del obispado de Cuenca y el de Cartagena, asociado al reino de Murcia. Mientras de éste fue recaudador mayor Joan Alfonso del Castillo en 1382, Gonzalo Gil lo fue de aquél. Eran moneda de curso legal en el marquesado las doblas castellanas, los maravedíes, las libras barcelonesas y valencianas y los florines de oro de Aragón, pues el marquesado era un auténtico cruce de caminos hispánico.

                Con lo recaudado, la administración del marquesado debía atender a los gastos ordinarios de transporte y comunicaciones  (el ocasionado por los animales de carga y sus conductores), a las retribuciones de los alcaides de los castillos y a las de sus vasallos. En este reino en miniatura se llegaron a desarrollar desde los tiempos del infante don Juan Manuel Juntas,  casi unas Cortes con similitudes con una entidad territorial de categoría superior.

                Fuentes.

                ARCHIVO DEL REINO DE VALENCIA.

                Maestre Racional, Marquesado de Villena, 34.