LA ARMADA CARTAGINESA. Por Verónica López Subirats.

21.04.2015 06:52

              Los cartagineses fueron dignos hijos de los fenicios que alcanzaron la actual costa tunecina y dispusieron de una valiosa armada en las aguas mediterráneas, que desde el siglo VII al II antes de Jesucristo se midió con las de los griegos, etruscos y romanos.

                El primer mérito de las naves de guerra cartaginesas, objeto de espionaje industrial, correspondió a los carpinteros. Primero construían la quilla de la nave, proseguían con el armazón y finalmente disponían el casco. Al emplear piezas prefabricadas pudieron construir en momentos de peligro muchas embarcaciones de guerra de manera rápida. En la línea de flotación emplearon una forma de montaje que creaba unas protuberancias que ayudaban a moverse con mayor rapidez en el mar y a mantener seco el puente de la nave.

                                

                Cartago dispuso de flotas que fueron de las sesenta a las doscientas naves, contando también las pequeñas embarcaciones de servicio a los grandes barcos de guerra. En la batalla de Alalia (537 antes de Jesucristo) sesenta naves púnicas combatieron junto a otras sesenta etruscas contra las fuerzas navales de los griegos. En el 480 antes de nuestra era los cartagineses comandados por Amílcar se dirigieron contra los griegos de Sicilia con doscientas naves, la flota de una gran expedición de conquista.

                Las reinas de la armada cartaginesa eran dos tipos de naves inventadas por los fenicios y posteriormente perfeccionadas por los griegos, el trirreme o nave de tres filas de remos y el quinquerreme.

                El primer tipo tenía una estructura superior con claraboyas para albergar la primera fila de remos por lo alto. Más complicaciones de interpretación ha ofrecido el segundo tipo, pues la superposición de cinco pisos de remos parece insensato y carente de realismo. Una posible solución, nada descabellada, sería la de la ubicación de dos filas de remos a babor y tres a estribor o viceversa.

                Gracias a estas maravillas de la ingeniería naval de la época mantuvieron los cartagineses el dominio sobre importantes rutas del Mediterráneo Occidental en competencia con gentes tan activas como los romanos.