LA ARMADA ROMANA DE BRITANIA. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

15.01.2015 16:04

                

                En el 55 antes de Jesucristo los romanos llegaron por vez primera a Britania conducidos por Julio César, que al año siguiente volvió a invadir la isla. Sus naves indebidamente ancladas estuvieron a punto de perderse en el Océano. Otros caminos tentaron a Julio César y al final quien ordenó la conquista de Britania fue un emperador de carácter menos audaz, Claudio. En las naves que transportaron a sus soldados se encuentra el origen de la CLBR, la Classis Britannica.

                Los romanos emplearon importantes medios navales en el Atlántico durante el siglo primero de la era cristiana en misiones logísticas y en acciones militares. Bajo la dinastía de los Flavios se consolidó definitivamente la Flota Británica, coordinándose con la Germánica en más de una ocasión. Sus naves recorrieron la costa de Escocia en el año 83.

                Más allá de sus proezas marineras, la Flota fue de capital importancia en el desarrollo económico y social de la Britania romana, llegando a calificarlo Simon Elliott de primera revolución industrial en las islas.

                Esta armada requería ingentes cantidades de madera, de bloques de piedra para sus muelles y de hierro para sus anclas y otros instrumentos. La procuraduría de Britania, encargada de la gestión económica, alentó su explotación a gran escala en el Sureste de Inglaterra alrededor de la cuenca del Támesis. Evidencias arqueológicas de tales actividades de arrastre económico de la flota lo constituyen los numerosos azulejos con las siglas CLBR al Este de Kent, además de las notables cantidades de elementos de plomo y cobre contenidas en las capas coetáneas de hielo en Groenlandia.

                Las más destacadas bases de la flota fueron Richborough (a la que se tenía por prioritaria hasta hace poco), Dover y Boulogne-sur-Mer, ya que una de sus funciones más importantes fue la custodia del canal de la Mancha, vital para las comunicaciones del Atlántico romano, frente a las depredaciones de gentes como los sajones. Sus naves disponían de cohortes de infantería de marina especialmente acostumbradas a la guerra en el océano.

                En el siglo III el imperio romano entró en una temible anarquía militar, de la que salió con enormes dificultades bajo el régimen del dominado que suplantó al del principado. La desorganización temporal y las luchas políticas influyeron en la Classis Britannica. En el 286 su almirante Carausio, de origen galo, se autoproclamó emperador, resultando finalmente derrotado. Declinó la armada junto con el poder romano en Britania hasta su extinción en el siglo V.

                Por encima de batallas y navegaciones, la mayor contribución de esta sección de las armadas de Roma radicó en su aportación al bienestar de Britania, creando la riqueza necesaria para la edificación de muchas villas y auspiciando la botadura de una importante flota mercantil. Marte protegió a Mercurio.