LA BATALLA DE OURIQUE.
“Era 1177 (en el año del señor de 1139). El octavo día de las calendas de agosto (el 25 de julio), durante la festividad de Santiago Apóstol, en el undécimo año de su reinado, el mismo rey don Alfonso, se enfrentó a una gran batalla con el rey de los sarracenos, llamado Esmar, en un lugar llamado Ourique.
“De hecho, el rey de los sarracenos, conociendo el coraje y la audacia del rey don Alfonso, y habiéndolo visto a menudo entrar en tierra sarracena y cometer allí depredaciones, yendo más allá de la medida de pisotear sus tierras, quería si era posible, que llegara a algún lugar imprudentemente y sin preparación para luchar con él.
“Así que un día, cuando vio al rey Alfonso y su ejército entrar en tierra de los sarracenos y estar en el centro de sus tierras, el rey sarraceno Esmar, reuniendo una multitud de moros de ultramar, se unió a los que vivían en Hispania en Sevilla, Badajoz, Elvas, Évora, Beja y en todos los castillos hasta Santarem. Acudieron a luchar con él, confiados en su valor y en el considerable número de su ejército, tan numeroso que, debido a ello, una multitud de mujeres llegó para luchar como las amazonas, y posteriormente se demostró que murieron en la batalla.
“Aunque el rey Alfonso se encontraba con algunos de sus hombres en un promontorio, rodeado y asaltado por todos lados por los sarracenos, desde la mañana hasta la tarde, y como estos querían atacar e invadir el campamento de los cristianos, algunos soldados escogidos que luchaban valientemente contra ellos entraron en el campamento, luchando con valentía contra ellos, los expulsaron con una gran masacre y los dispersaron.
“Al ver esto, el rey Esmar, consciente del valor de los cristianos y de que estaban mejor preparados para vencer o morir que para huir, huyó él mismo y con todos sus acompañantes, y toda esta multitud de infieles, en parte muertos y en parte huyendo, fue aniquilada y dispersada. Y su rey escapó huyendo, con un sobrino y nieto del rey Alí, Omar Hatagor, hecho prisionero, y demasiados hombres muertos a su lado. Así, don Alfonso, protegido por la gracia divina, obtuvo un gran triunfo sobre sus enemigos, y desde aquel momento la energía y el coraje de los sarracenos disminuyeron considerablemente.”
Anónimo, Crónica de Lusitania (entre los siglos XII y XIII). Site de Philippe Remacle.
Selección y adaptación al castellano actual de Víctor Manuel Galán Tendero.