LA BATALLA DE PONZA (1435), LUCHA POR EL DOMINIO MEDITERRÁNEO. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

24.07.2021 11:02

               

                “¡Nunca una red lanzada al mar había capturado tantos peces y de una sola vez!” Con estas palabras aquilató un cronista la derrota de la armada de Alfonso V de Aragón en la batalla de Ponza. Junto al propio monarca, muchos de sus nobles fueron capturados por los genoveses.

                Alfonso V pretendía por entonces dominar el reino de Nápoles, algo que lograría más tarde. El 24 de marzo de 1435, supo que Capua había caído en manos de sus partidarios. Con la capital de Nápoles a apenas cuarenta kilómetros hacia el Sur, la oportunidad de hacerse con el reino de un golpe era clara.

                El 19 de abril se embarcó hacia Ischia desde Messina, junto a sus hermanos Juan y Enrique, sin aguardar más tiempo. El 7 de mayo desembarcó cerca de Gaeta, que pidió ayuda a Génova, la gran rival de la Corona de Aragón en el Mediterráneo. La plaza fue asediada y bombardeada, permitiéndose salir a mujeres y niños en el transcurso del sitio.

                Gaeta resistió, y el 22 de julio los genoveses se hicieron a la mar con trece grandes naves y poco menos de 3.000 soldados. Por entonces, reconocían la autoridad del duque de Milán Filippo María Visconti.

                Alfonso no pudo tomarla al asalto, y tuvo noticias del avistamiento de los genoveses en Terracina, a cincuenta kilómetros de sus posiciones. Decidió presentarles batalla en alta mar para evitar ser sorprendido por su iniciativa.

                El rey tomó personalmente el mando, navegando en una gran carraca cargada de notabilidades, muchas de ellas poco duchas en las lides de la guerra naval. Cuando se hizo a la mar el 3 de agosto, contaba con nueve grandes carracas, cinco naves, once galeras y dieciséis galeotas.

                Ambas escuadras se encontraron en las aguas de la isla de Ponza. Alfonso supo que tres naves genoveses habían viraron hacia alta mar, y ordenó atacar a su buque insignia, capitaneado por el notario mercantil Assereto.

                Se enzarzó una enconada pelea, con abordajes y la mar en calma. Los genoveses se defendieron con bravura de un mayor número de oponentes con brea ardiente, aceite hirviendo y cal viva. En el campo aragonés, no todos tenían su experiencia en estos combates.

                Fue el retorno por la tarde de las tres naves genovesas que habían partido antes lo que determinó la batalla. La carraca real de Alfonso V fue acosada y finalmente abordada con éxito. El rey prefirió rendirse al señor de Quíos Jacobo Giustiniano que al notario mercantil Assereto. Fue hecho prisionero y finalmente conducido a Milán, donde finalmente se alió con el duque Filippo María, cambiando la suerte adversa de la batalla de Ponza.

                Para saber más.

                Alan Ryder, Alfonso el Magnánimo. Rey de Aragón, Nápoles y Sicilia (1396-1458), Valencia, 1992.