LA CONQUISTA JAPONESA DE FILIPINAS. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

16.05.2021 11:23

 

                Las Filipinas habían sido un archipiélago codiciado por los japoneses desde finales del siglo XVI, ya establecido el poder español en Manila, la perla del Oriente. Otras potencias y poderes las ambicionaron, pero en 1898 los españoles fueron desplazados por los estadounidenses, con la aquiescencia británica, que veía con malos ojos las maniobras alemanas.

                Los japoneses se habían embarcado desde finales del siglo XIX en una política de expansión asiática, dominando Corea, Taiwán e importantes áreas de China. De Filipinas no se olvidaron, precisamente. A finales de la época española, habían contactado con independentistas filipinos, pero sin lograr ningún resultado apreciable. Tras el ataque a Pearl Harbor, las cosas cambiaron.

                El alto mando nipón golpeó duramente a los estadounidenses en Filipinas.  El 8 de diciembre de 1941, la aviación japonesa despegó desde Taiwán para bombardear en la filipina Luzón el aeródromo Clark Field, en el que se posicionaban los B-17 que iban a atacar Taiwán. Curiosamente, el propio comandante general estadounidense en el archipiélago, Mac Arthur, había recibido la orden de no atacar el primero.

                Los japoneses se atrevieron a más. El 10 de diciembre los japoneses atacaron el Norte de Luzón y tomaron sus aeródromos. A 22 de diciembre desembarcaron en el golfo de Lingayen los 43.000 soldados del XIV ejército japonés, mandado por Masaharu Homma. La invasión era un hecho.

                Ante tal acometida, los estadounidenses y los filipinos se retiraron a los bastiones de Manila y la península de Bataán. Con todo, los japoneses entraron en Manila el 3 de enero, y el 11 de aquel mes Mac Arthur marchó a Australia por orden del presidente Roosevelt.

                Homma aprovechó la oportunidad. El 3 de abril ordenó atacar las posiciones de Bataán con una fuerza de 50.000 soldados. Los estadounidenses y sus aliados se rindieron el día 7. Unos 70.000 soldados fueron a parar a los campos de prisioneros, muriendo 10.000 en la terrible marcha hacia su fatídico destino.

                Solamente resistía Wainwright en Corregidor, atacado por 2.000 japoneses el 5 de mayo. Dos días después se veía obligado a capitular. Leyte lo hizo el 24 de aquel mes, y la resistencia oficial concluyó el 9 de junio. Solamente las guerrillas la prosiguieron. El imperio del sol naciente se había apoderado temporalmente de las ambicionadas Filipinas.

                Para saber más.

                Ikehata Setsuho, The Philippines under Japan. Occupation, Policy and Reaction, Manila, 1999.