LA CRUZADA DE LOS NIÑOS (1212).

16.02.2021 17:50

               

                “En dicha época tuvo lugar una expedición ridícula: niños y hombres estúpidos tomaron la cruz sin ninguna reflexión, por curiosidad más que por afán de salvación. Participaron niños de ambos sexos, chicos y chicas, y no solamente pequeños sino también adultos, lo mismo mujeres casadas que solteras, marchando todos con la bolsa vacía y esto no solo en Alemania, sino también en la región de las Galias y la de Borgoña. Ni sus amigos ni sus parientes podían impedirles de ninguna manera intentarlo todo para tomar el camino: la cosa iba tan lejos que por todas partes, en los pueblos y en los campos, dejaban los instrumentos que tenían en la mano para unirse a los que pasaban.

                “Como frente a tales acontecimientos constituimos una multitud a menudo fácilmente crédula, muchas gentes, viendo en esto el efecto de una verdadera piedad animada por la inspiración divina y no un entretenimiento irreflexivo, subvenían a las necesidades de los viajeros distribuyéndoles víveres y todo lo precio. A los clérigos y a algunos otros de espíritu mejor equilibrado, que ponían objeciones contra esta partida considerada por ellos enteramente vena, oponían los laicos una resistencia vehemente, tachando a los clérigos de incredulidad y diciendo que, más que la verdad y la justicia, era la envidia y la avaricia lo que les empujaba a oponerse a la empresa.

                “Pero un asunto iniciado sin que lo hubiera examinado la razón y la discusión lo hubiera consolidado no llegó nunca a nada. Y así, cuando esta multitud estúpida llegó a tierra de Italia, se desparramó y se dispersó por las ciudades y poblaciones, muchos de ellos fueron retenidos como esclavos por las gentes del país. Se dice que otros llegaron hasta el mar y allí, burlados por los marineros, fueron transportados hacia otras tierras lejanas. Los que quedaron, cuando llevados a Roma vieron que no podían ir más lejos –pues no estaban apoyados por ninguna autoridad- reconocieron por fin que su fatiga era vana y huera, sin que por eso fueran relevados de su voto de cruzada a excepción de los niños que no tenían la edad de la razón y de aquellos a quienes la vejez abrumaba.

                “Así es como, decepcionados y confusos, tomaron el camino de vuelta. Los que antes tenían la costumbre de atravesar las provincias en masa, cada uno dentro de su grupo y sin olvidarse jamás de cantar, volvían en silencio, uno por uno, con los pies desnudos y famélicos. Eran objeto de todas las vejaciones y más de una muchacha fue raptada y perdió la flor de su pudor.”

                Fragmento de los Annales Marbaccenses, citado por Georges Duby en Europa en la Edad Media, Barcelona, 2007, pp. 54-55.

                Selección de Víctor Manuel Galán Tendero.