LA DINÁMICA SOCIAL DE LA EXPANSIÓN ESPAÑOLA EN AMÉRICA. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

29.07.2021 09:11

               

                Todo imperio tiene sus creadores, héroes o villanos según el punto de vista adoptado. En el caso del español, más allá de los reyes que fueron casándose con fortuna dispar, nos encontramos a los conquistadores. Identificamos sus rasgos con los de un tipo como Hernán Cortés, que corresponden con los de los batalladores caballeros de la Baja Edad Media. Muchos de ellos o aspirantes a serlo ansiaron la vida de la fama, además de remontar su posición social. En este mundo de limitaciones y anhelos se forjaron los conquistadores. Claro que no todo caballero castellano participó en la conquista de las Indias, y su temperamento fue reconocible en otras tierras de Europa. Sin embargo, sus éxitos les rindieron grandes fortunas, bastante nombradía y no menores envidias.

                La Corona, en cuyo nombre se realizaban las conquistas indianas, no contempló con buenos ojos el acrecentamiento del poder de los conquistadores más allá de la Mar Océana, pues no deseaba vérselas con una nueva nobleza, más poderosa y menos obediente. Para abatir su poder se sirvió de los letrados, gentes que fueron ganando peso en la Castilla del siglo XV, en la que el empleo del Derecho era tan contundente como la de una buena arma. Estos conquistadores de la vida pública también compartieron el ansia de fama, dineros y poder, confundiéndose a menudo las gentes de la pluma con las de la espada. En una Castilla ya sometida al poder real se distinguirían con más sosiego los corregimientos de letras de los de capa y espada.

                Los letrados, a veces, fueron aliados de los otros oponentes de los recios conquistadores, los eclesiásticos, especialmente los frailes. Se invocó a Dios y se esgrimió el permiso papal para conquistar el Nuevo Mundo, pero aquellas razones se volvieron en contra de los mismos conquistadores de la mano de un fray Bartolomé de las Casas. La Corona aprobó las Leyes de Indias, con no poca resistencia en Perú, y las órdenes religiosas fueron creando verdaderos imperios dentro del mismo imperio español. Al igual que entre los conquistadores menudearon los enfrentamientos, algunas ciertamente sonados, también los hubo entre órdenes. Los jesuitas despertaron la animadversión de muchos, hasta que al final su imperio fue destruido por mandato real.

                En esta implacable lucha por el poder en América, la Corona fue finalmente vencida por los grupos dirigentes de varios territorios. Sólidamente parapetados en los cabildos municipales, imbuidos del legalismo hispano, bien relacionados con la Iglesia local, capaces de mover a distintas gentes y con bríos en el campo de batalla, consumaron la Emancipación.