LA FRONTERA DANUBIANA DE ROMA. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

20.05.2016 06:42

                

                Los romanos fueron grandes conquistadores y tras dominar las riberas mediterráneas se adentraron en las profundidades del continente. El primer emperador, César Augusto, ordenó distintas empresas como la conquista de un extenso territorio llamado Iliria, del que posteriormente se desgajarían con mayor precisión otros territorios como Panonia, erigida en provincia por Nerón. Las modernas Bosnia, Croacia, Eslovenia, Austria o Hungría cayeron bajo el dominio de las águilas romanas.

                La conquista pretendía reforzar la comunicación estratégica entre Italia y los Balcanes, además de la consecución de botín y esclavos. El dominio de la ruta del ámbar que enlazaba el Mediterráneo con el Báltico añadió mayores alicientes a la expansión hacia la Europa bárbara.

                La gran rebelión de principios de la Era cristiana de los pueblos ilirios acaudillada por Bato, que llegó a desplegar ingentes fuerzas de infantería y caballería, fue duramente reprimida. Se les dispersó y se establecieron fundaciones militares de soldados romanos, que más tarde protestaron contra las duras condiciones de vida impuestas en este confín del imperio, que además tenía que soportar la hostilidad de los marcomanos.

                Al final el poder de Roma alcanzó hasta el foso trazado por el gran Danubio, convertido en el principal límite. En sus riberas se dispusieron posiciones fuertes o castillos. Desde Carnuntum a Tauronum (cerca de Belgrado) patrulló la flota de Panonia las aguas danubianas con la ayuda de dos legiones, más tarde ampliadas a cuatro. La flota de Moesia se encargó de proteger el tramo comprendido entre las Puertas de Hierro a la desembocadura del caudaloso río, con la posibilidad de acceder al mar Negro.

                El Danubio reforzó su relevancia como ruta comercial del continente, aunque los romanos no desdeñaron asentarse temporalmente un tanto más al Norte buscando las rutas fluviales del Oder que conducían al Báltico. De la plaza fuerte de Devin partía la ruta que concluía (o comenzaba) en la mediterránea Aquileya pasando, del interior al mar, por Carnuntum, Scarbantia, Savaria, Salla, Poetovio, Celeia y Emona.

                Según sus esquemas de dominio habituales, los romanos fundaron enclaves como Carnuntum o Vindobona, la moderna Viena, cuyo estudio ha deparado gratas sorpresas a los arqueólogos. Asentada sobre un anterior núcleo celta, su recinto militar dispuso de un establecimiento civil adjunto. Los cerca de seis mil soldados dispusieron del servicio de muchas personas para tareas de todo tipo. Se ha calculado la población total entre quince y veinte mil habitantes. A su alrededor una serie de villas les proporcionaron los suministros básicos. Las inundaciones fueron uno de los mayores enemigos de este agente de romanización en el interior europeo.

                Con el declive del imperio la frontera fue cambiando y el límite danubiano se resintió pese al esfuerzo militar emprendido en el siglo IV. Las invasiones lo sobrepasaron en varios momentos, pero al menos parte del mismo trató de ser mantenido contra viento y marea por los romanos de Oriente, los futuros bizantinos.