LA IMPORTANCIA DE TARRACO. Por Víctor Manuel Galán Tendero.
El poder romano hubiera sido inconcebible sin ciudades como Tarraco, con razón considerada por Plinio obra de los Escipiones. En el curso de la segunda guerra púnica, fue fundada como plaza militar por Cneo Cornelio Escipión en el 218 antes de Jesucristo. Su muralla ofrece el ejemplo más antiguo de arquitectura militar romana de la península Ibérica. Asimismo, la inscripción albergada en la Torre de Minerva también es la más madrugadora de Hispania. A este respecto, Tarraco sirvió de modelo a otros núcleos urbanos del mundo romano.
Durante las guerras cántabras, Octavio Augusto residió aquí entre el 26 y el 25 antes de Jesucristo, tomando desde esta sede importantes decisiones políticas para todo el orbe romano. Cuando en el 68 de nuestra era Galba se proclamó emperador en Tarraco, mostró el camino para que un soberano lo hiciera fuera de la misma Roma, según observó con perspicacia Tácito. A este respecto, la experiencia tarraconense anunció la de Constantinopla y Ravena.
Dentro de la península Ibérica, fue la capital de la Hispania Citerior, la mayor provincia de todo el imperio romano. Su gobernador tuvo la condición consular, propia de los senadores, con ayudantes o iuridici a su servicio. También sobresalió la ciudad como sede del culto imperial, introducido por Octavio Augusto. Lo ofició el concilio provincial que se congregaba en la parte alta, dotada de su propio foro, sirviendo igualmente de modelo a otras comunidades del imperio.
A Tarraco afluyeron desde los días de la República a esclavos y libertos de las grandes familias de Italia. Ya en tiempos imperiales, se convirtió en un polo de atracción de personas de Aquitania, Italia, Panonia, Dalmacia, Macedonia, Grecia, Asia Menor, Egipto, del África Proconsular y Mauritania, además del resto de Hispania. Importante enclave mercantil, su vino y aceite fueron apreciados en el resto del mundo romano.
El historiador Géza Alföldy la ha comparado con Salona, en Dalmacia, pues se emplazaba igualmente frente a Italia, disponía de una fértil llanura orientada hacia el Mediterráneo y a su espalda las montañas la protegían del interior continental. Sin embargo, Tarraco sobrepasó a Salona, y sólo Cartago destacó por encima de ella en el Oeste romano más allá de Italia. Tuvo un peso similar a las orientales Atenas, Éfeso, Antioquía y Alejandría. No en vano, su sociedad resultó más abierta que la de municipios de tradición ibera como Sagunto.
Para saber más.
Géza Alföldy, Nueva historia social de Roma, Sevilla, 2012.