LA PERRITA LAIKA. Por Noelia Moreno Salinas.
Laika ha sido un icono en el mundo de la astronomía, en especial en la rusa, al ser la primera criatura terrestre que estuvo en el espacio exterior.
Laika era una perrita vagabunda. Su nombre significa en ruso ladrar, y la capturaron para que los científicos pudieran experimentar. Sometida a un duro proceso de entrenamiento y adaptación, la encerraron en una jaula cada vez más pequeña para comprobar si aguantaba en un receptáculo muy reducido. Así prepararon a Laika para su nuevo hogar, la primigenia cápsula del Sputnik-2.
La cápsula incluía en teoría todo lo necesario para Laika en su singladura: agua, alimentos e incluso equipos gravitatorios. Se le confeccionó a la perrita un traje astronaútico a su medida. Nunca se creyó que sobreviviera en tan arriesgada misión.
La agencia de noticias soviética TASS silenció las limitaciones de la tecnología de su tiempo e informó de forma triunfalista acerca de tan pionera misión espacial. Laika se comportó muy bien durante el viaje, decía, y en pocos días volvería triunfalmente a la Tierra, abriéndose un paracaídas al llegar la cápsula a nuestra atmósfera.
Lo cierto es que Laika hizo honor a su nombre al despegar la cápsula, no cesando de ladrar. Sobrevivió a lo largo de cuatro orbitaciones alrededor de nuestro planeta. Acerca de la quinta orbitación ya no se informó. Un 14 de abril de 1958 la cápsula aterrizó, pero la perrita se había desintegrado.
La frágil Laika fue utilizada para avanzar en el campo de los viajes espaciales sin muchas garantías. Su historia es muy humana, asemejándose a la de los héroes de Stalingrado o a los soldados que lucharon contra la radiación en el infierno de Chernóbyl. Se envió a una muerte segura a la perrita vagabunda.