LA PLATA NOVOHISPANA EN LA CHINA MING. Por Verónica López Subirats.

08.07.2015 17:10

                La llegada de los portugueses y de los españoles al Asia Oriental tuvo consecuencias importantes más allá de su área de dominio directo o mayor influencia. La imperial China de la dinastía Ming no fue una excepción.

                

                El contacto con el comercio ibérico alentó una serie de procesos latentes en la sociedad china.

                En 1375 el gobierno imperial reimplantó el uso del papel moneda, que tanto llamó la atención de Marco Polo. Los billetes ocuparon una posición secundaria junto a las piezas de bronce, reservándose a las transacciones menores y más frecuentes. La onza de plata se convertiría en el elemento fundamental de la economía más oficial. El resultado fue la desvalorización de las piezas de bronce frente a las onzas de plata, consideradas mucho más valiosas. Si en 1375 una onza de plata valió 1.000 monedas de bronce, en 1450 ya ascendió al millón.

                La aplicación de nuevos impuestos, las fórmulas de conversión y las propuestas de los servidores imperiales de poco sirvieron. La afluencia de los pesos novohispanos en la segunda mitad del siglo XVI, por vía de los portugueses de Macao o de los españoles de Manila, agudizaron el problema. El valor de los billetes y de las piezas del cobre terminó de desplomarse con importantes consecuencias.

                            

                El gobierno exigió el pago de los impuestos en plata y valoró la propiedad en bronce, lo que desvalorizó el patrimonio de numerosos campesinos, que se sumaron a las filas de los vagabundos y a veces a la rebelión. La reforma tributaria de mediados del siglo XVI consistió en la conmutación de las prestaciones en trabajo por pagos en plata sometidos a un registro más estricto.

                La superación del régimen de laboreo obligatorio y las diferencias de precios de una parte a otra del imperio chino tentaron a los comerciantes más osados, que se convirtieron en los mayores abastecedores de las tropas desplegadas en las fronteras. Se hicieron con importantes cantidades de sal y forzaron la apertura de los puertos chinos a la navegación y el comercio con los extranjeros en 1567.

                El comercio alentó la plantación de la caña de azúcar frente a la del arroz, la del algodón, la elaboración de porcelanas, de tejidos de seda y de libros, productos muy cotizados por los europeos, que pagaban sus compras con plata novohispana fundamentalmente.

                                

                Mientras tanto, el imperio de los Ming comenzaba a tambalearse, carcomido por las luchas entre burócratas y eunucos cortesanos y amenazado desde el Norte por el poder manchú en ciernes, el del rey de Tartaria de los españoles establecidos en Manila. La globalización tiene hondas raíces, según demuestra el recorrido geográfico de los pesos mexicanos.