LA REAL CARRETERÍA A FINES DEL ANTIGUO RÉGIMEN. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

04.10.2022 16:13

               

                La Real Cabaña de Carreteros, formada por las hermandades de Soria-Burgos o de Cuenca-Guadalajara, gozaba desde 1497 de valiosos privilegios, a cambio de dispensar tanto en guerra como en paz importantes servicios a la monarquía, como el traslado de sal y otros productos gravados por la Real Hacienda.

                Sus carreteros tuvieron el derecho de cortar leña para sus vehículos y el de pasto para sus animales en los campos de distintos municipios, lo que ocasionó más de un pleito. Otras agrupaciones de carretería tuvieron problemas comunes: la matritense se quejó en 1800 de que se le impidiera aprovechar pastos comunes y rastrojeras en tránsitos y abrevaderos.

                Con semejantes problemas, tanto su procurador general como su juez protector y conservador tuvieron mucho que hacer, especialmente con el auge agrario del siglo XVIII, coincidente con el pensamiento ilustrado favorable al aumento de las cosechas. En un tiempo de dificultades y de guerra, se autorizó en mayo de 1806 la impresión de sus privilegios, que cada vez parecían menos respetados por las autoridades locales. De hecho, los municipios del Antiguo Régimen disponían de sus propias ordenanzas sobre el aprovechamiento de sus términos, junto a otros muchos asuntos, y de guardias rurales o montaraces para hacerlas respetar, en la medida de sus posibilidades.

                La guerra contra el imperio napoleónico fue una terrible prueba para la Real Cabaña. Las operaciones militares perturbaron las comunicaciones, se afrontaron considerables pagos, se impidió el goce de sus privilegios y se padecieron pérdidas humanas y materiales. Sus carreteros, además de los del ejército, no respetaron entonces las ordenanzas de montes, algo de lo que se quejó amargamente en octubre de 1812 el administrador de la duquesa de Abrantes en la provincia de Ávila.

                Los liberales tampoco se lo pusieron fácil, pues las Cortes prohibieron el 8 de junio de 1813 que los carreteros aprovecharan pastos comunes y baldíos para el fomento de la agricultura y la ganadería de las localidades. La Real Cabaña entró, pues, en la lucha política, y el 27 de marzo de 1814 se quejó a la Regencia, poniendo en valor su aportación a la Real Hacienda. El 23 de mayo de 1815 consiguió que se ratificaran sus privilegios al modo de 1806.

                Sin embargo, el mundo de entonces era muy distinto del que la vio nacer. Muchos municipios ya habían autorizado cercar sus campos para sembrar, sin ahorrar pagos a los carreteros que entraban en sus términos. La libertad económica preconizada por los liberales terminó de imponerse en 1836, cuando se suprimió la Real Cabaña.   

                 Fuentes.

                ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL.

                Consejos, L. 1405, Expediente 314.