LA REBELIÓN DE SHEHEREZADE. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

09.10.2022 22:56

               

                Las mil y una noches no serían igual, de ninguna manera, sin la simpar Sheherezade, en persa Shahrzad. Al final, tras no poco ingeniar ni menos batallar, consiguió arrancar del temible califa un desenlace feliz. Hoy en día, sus herederas luchan valientemente por los Derechos Humanos contra el régimen de los ayatolás iraníes. Las imposiciones del fundamentalismo, las de convertir la vida de las mujeres en una cárcel, han encontrado la horma de su zapato, y la jaula dorada de la casa familiar se rompe, cuando muchas iraníes toman la voz y la palabra en las calles, abandonando su reclusión doméstica.

                Desde el 2007, antes de la eclosión de la Primavera Árabe, las detenciones por “incorrecciones” en la indumentaria femenina aumentaron. También se acrecentaron las sanciones por conductas tildadas de indecorosas, como la de las parejas cogidas de la mano en público. La moderación del gobierno reformista de Jatamí había llegado a su fin, endureciéndose la situación bajo su sucesor Ahmadineyad. No pocas mujeres y profesionales de la Universidad padecieron este clima represivo. Con el actual presidente de Irán, el poco aperturista Raisi, la situación ha distado de mejorar. Incluso ha sido acusado de ser uno de los responsables de la ejecución de unas 30.000 personas (disidentes, mujeres en estado de gestación y niños) en 1988.

                El triunfo de los talibanes en agosto del 2021 en Afganistán (históricamente tan cercano a la antigua Persia) envalentonó a los elementos más integristas del mundo musulmán, pero también conmocionó a los partidarios de la apertura, de hacer caminar el Islam con el discurrir de los nuevos tiempos, los marcados por la pandemia que ha golpeado a todo el mundo, que afectó a un Irán sancionado internacionalmente. Sus sistemas de protección sanitaria y social fueron sometidos a una dura prueba, y las dificultades económicas globales de los últimos meses tampoco son nada alentadoras.

                El hoy se ha vuelto inhóspito para el régimen iraní, pero la rebelión tiene raíces profundas. Demográficamente, el Irán actual es distinto del de los comienzos de la Revolución integrista. Si en 1979 su tasa de fecundidad era de 6´42 hijos por mujer, en el 2020 ya era de 2´14. Las costumbres femeninas se han ido modificando, y las más jóvenes han proseguido accediendo a la enseñanza universitaria. Resulta imposible que en el porvenir se resignen a ser unas meras subalternas, silentes y marginadas. En verdad, representan el Irán por venir. De ahí el apoyo que están cosechando, al convertirse en la punta de lanza de las protestas.

                Sus inquietudes y aspiraciones, en verdad, ya se enunciaron en una joya de la novela gráfica, Persépolis. Publicada entre el 2000 y el 2003, fue llevada al cine de animación en el 2007, aquel año tan crucial para Irán. Su autora, Marjane Satrapi, había nacido en 1969 y en 1984 marchó a estudiar al Liceo francés de Viena. En su obra, nos mostró como pocas personas los excesos del fanatismo, capaz de imponerse en una tierra de tan rica como antigua civilización, la de los persas, modelo de sabiduría para muchos europeos, incluidos los españoles del Siglo de Oro.

                En una de sus últimas obras, el eminente historiador Eric J. E. Hobsbawm sostuvo que la Revolución iraní quizá fuera la más importante para la Historia del mundo desde la bolchevique de 1917. De imponerse la disidencia de muchas mujeres, la Revolución feminista será la sepulturera de aquélla, del régimen patriarcal de los ayatolás. Persia escribirá un nuevo capítulo de su rica Historia, y su trascendencia será crucial, no solo entre los pueblos musulmanes, sino en el mismo equilibrio del poder asiático y mundial. La bella Shahrzad nos encandilará con un bello y nuevo relato de Derechos Humanos, carente de califas, lleno de personas.

                A mi hija Amparo, emperatriz de su porvenir.