LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE DE 1934. Por Judith Tirado Juanuix.

08.04.2016 06:49

 

 

    En otoño de 1933, ante la crisis de la coalición republicano-socialista y el desgaste del gobierno, Manuel Azaña dimitió y Alcalá Zamora, presidente de la República, se vio obligado a disolver las Cortes y convocar elecciones para noviembre. Dichas elecciones tuvieron una alta abstención y dieron la victoria a una coalición de derechas formada por el Partido Radical de Lerroux y la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas).

    El viraje conservador y la paralización de buena parte de la obra reformista llevada a cabo por el bienio de izquierdas comportaron una radicalización tanto del PSOE como de la UGT, que junto con los anarquistas declararon una guerra abierta contra el nuevo gobierno que se materializó en la proliferación de huelgas y conflictos. Ante esta situación, la CEDA endureció sus posiciones y reclamó una acción más contundente, exigiendo participar directamente en el gobierno. Así, el jefe de gobierno, Lerroux, accedió a sus peticiones y el 5 de octubre de 1934 le otorgó a la CEDA tres carteras ministeriales. La entrada del partido de Gil Robles en el gobierno fue interpretada por la izquierda como una deriva hacia el fascismo y, al día siguiente de la formación del nuevo gobierno, por inicativa de la UGT y con escasa participación de la CNT, se produjeron huelgas y manifestaciones en algunas grandes ciudades.

    La revolución de octubre de 1934 se ha visto en muchos casos como una de las cuatro grandes revoluciones obreras que han tenido lugar en Europa a lo largo de toda la fase industrial. El "Octubre español", como en muchas ocasiones se ha querido llamar a la revolución, se dio principalmente en tres territorios: Madrid, Cataluña y Asturias.

    En Madrid, el 5 de octubre la UGT declaró la huelga general. La CNT no pudo apoyar la movilización, ya que en la capital la organización había sido prohibida y sus militantes eran perseguidos, por lo que solo podía moverse en la clandestinidad. Los revolucionarios intentaron asaltar a la Presidencia del Gobierno. No obstante, las fuerzas del orden público consiguieron dominar la situación y varios dirigentes socialistas que habían apoyado la sublevación, entre ellos Largo Caballero, fueron detenidos.

    En Cataluña, la revuelta tuvo un carácter más político. El 6 de octubre, Lluís Companys, presidente de la Generalitat, pronunció un manifiesto en el que declaraba la República catalana dentro de la República Federal española, al mismo tiempo que los partidos y sindicatos de izquierda (PSOE, UGT, Unión de Rabassaires y comunistas) organizaron una huelga general. La declaración  provocó la proclamación del estado de guerra y la intervención del Ejército, mandado por el general Domingo Batet. Como resultado, la autonomía catalana fue suspendida por el Gobierno y Lluís Companys, detenido. También fue detenido Manuel Azaña, que se encontraba casualmente en Barcelona. El motivo militar para llevar a cabo la detención fue que aquel día Azaña se encontraba reunido en el hotel Colón de Barcelona con algunos miembros de Esquerra Republicana. No obstante, no se pudo demostrar que aquello era cierto. La negativa de la CNT a participar en la huelga y el escaso apoyo ciudadano harían también fracasar la insurrección.

    A pesar de los sucesos que tuvieron lugar en estas dos provincias, fue en Asturias donde, gracias al acuerdo previo que hubo entre socialistas, comunistas y anarquistas, la Revolución del 34 alcanzó su cénit. Se trató de una auténtica insurrección coordinada entre las diferentes fuerzas de la izquierda asturiana, agrupadas bajo las siglas UHP (Uníos Hermanos Proletarios o Uníos Hijos del Proletariado). En esta alianza obrera se encuadraron la Federación Socialista Asturiana del PSOE, la UGT, la Confederación Regional del Trabajo de Asturias, León y Palencia de la CNT, y las organizaciones trotskistas Bloque Obrero y Campesino (BOC) e Izquierda Comunista. Al Partido Comunista de España (PCE), que solicitó su ingreso en septiembre de 1934, no se le permitió la adhesión hasta que no retiró de su petición todos los puntos que hacían referencia a su antitrotskismo.

    En Oviedo se proclamó la República Socialista Asturiana y se atacaron los puestos de la Guardia Civl, los ayuntamientos, las iglesias, etc. Durante varios días, Asturias quedó en manos de los mineros revolucionarios, quienes asumieron el abastecimiento de alimentos, el funcionamiento de los transportes y el suministro de agua y electricidad. Incluso, llegó a formarse lo que se llamó el "Ejército Rojo". Desde el gobierno, la revuelta fue considerada una guerra civil en toda regla, por lo que se decidieron tomar una serie de medidas enérgicas. A petición de Gil Robles, fueron llamados los generales Goded y Franco a cargo de las tropas de la Legión y de Regulares de Marruecos para llevar a cabo una durísima represión, que supondría más de 1000 mineros mueros, 2000 heridos y unos 5000 detenidos. Durante la revolución de 1934, buena parte de la ciudad de Oviedo fue arrasada: la Universidad, cuya biblioteca guardaba fondos bibliográficos de extraordinario valor, fue incendiada; el teatro Campoamor, destruido y la Cámara Santa de la Catedral, dinamitada.

    Asturias fue la provincia donde la Revolución del 34 tuvo más graves consecuencias, ya que los acontecimientos fueron lo más parecido a una guerra civil. De ahí, que se la haya considerado como un ensayo previo a lo que sucedería dos años más tarde. La revolución de Asturias ha tenido una gran trascendencia, pues hay para quienes aún en la actulidad los objetivos de la revolución permanecen vigentes. Por otro lado, la revolución de Asturias ha sido considerada un acto antidemocrático, violento, brutal, criminal y terrible para el futuro de España. Cabe recordar, que la revuelta fue una sublevación de la izquierda contra las urnas que encendería la mecha de la Guerra Civl Española (1936-1939). Tras la revolución, la mayor parte de los dirigentes socialistas que la habían promovido se lavaron las manos y responsabilizaron de lo sucedido al pueblo, que se había sublevado en protesta por haber entrado en el gobierno los enemigos de la República.