LA REVOLUCIONARIA SITUACIÓN DE PORTUGAL. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

25.04.2021 12:28

               

                El régimen autoritario de Portugal se mantuvo tras la muerte de Salazar en 1970, pero las guerras para preservar el imperio en África fueron agotadoras para un país con fuertes problemas sociales.

                El descontento cundió en el ejército. Al desánimo de los oficiales que habían encajado la derrota en Mozambique se sumó la admiración de los que habían combatido en Guinea por los insurgentes, que fusionaron nacionalismo e ideologías revolucionarias de izquierdas. Algunos más veteranos se sintieron amenazados por los más jóvenes, más preparados.

                El general Spínola, el comandante del ejército en Guinea, se manifestó en febrero de 1974 por una Commonwealth a la portuguesa. Su postura tuvo un gran predicamento entre los suboficiales.

                Antes de que amaneciera el 25 de abril de 1974, la radio emitió la canción sobre “la tierra de la libertad”, que se convirtió en icónica. Columnas de tanques entraron en Lisboa y la multitud alborozada los recibió con los claveles que dieron nombre a aquella revolución.

                En los dos siguientes años tuvieron lugar hechos revolucionarios en Portugal. Los comunistas se movilizaron intensamente y se debatió la cuestión de la reforma agraria. En 1975 el ministerio de Agricultura estuvo en manos de aquéllos, que no tuvieron buena sintonía con los socialistas. Así valoró la situación posteriormente Antonio Barreto, que pasó de la militancia comunista a la socialista:

                “A lo largo de dos años de reformas, las aspiraciones no tuvieron límite y lo posible no fue nunca una cantidad definida. La “moderación” se equiparaba siempre a la restauración del antiguo régimen, y la distinción entre libertad y venganza se erosionó. Las profundas diferencias entre igualdad y tiranía se erosionaron. Todo se cuestionaba, la jerarquía social y la opresión atávica, los derechos humanos y la legitimidad común. En medio de esta turbulencia social, la lucha por el poder arrollaba a la lucha por la libertad incluso entre aquellos que previamente no la habían tenido. Como en todas las revoluciones la justicia se codeaba con la injusticia. La acción social y política se hicieron más extremas, y cada victoria señalaba el camino para otra conquista. Finalmente, en 1977, se logró un punto de cristalización, de equilibrio con avances, retrocesos y compromisos, pero aún no podía predecirse si este equilibrio sería o no estable. Los asalariados rurales del Alentejo obtuvieron algunos derechos y privilegios mientras los propietarios de la tierra y de las aguas de irrigación perdían otros. Los agricultores pequeños y medianos ganaban poco, o incluso descendían en su estatus. La revolución creó derechos y destruyó la opresión, pero la lógica revolucionaria no siempre respetó la justicia.”

                Portugal vivió un momento histórico intenso. El 28 de septiembre de 1974 tuvo lugar un golpe militar de signo derechista, que fracasó, como el del 11 de marzo de 1975. En aquel último mes, los oficiales comunistas anunciaron la transición al socialismo. En abril, los social-demócratas consiguieron la victoria en las elecciones constituyentes. Portugal parecía acercarse a la guerra civil en el otoño, pero el fracaso del golpe pro-comunista del 25 de noviembre dio la oportunidad a los social-demócratas de imponerse. El 25 de abril de 1976, dos años después de la Revolución de los Claveles, entró en vigor la Constitución del nuevo Portugal.

                Para saber más.

                David Birmingham, Historia de Portugal, Madrid, 2005. Texto citado en la página 198 del libro.