LA SUBVERSIÓN SOCIAL A INICIOS DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

28.11.2022 09:59

 

                El desorden siempre inquietó a las autoridades del Antiguo Régimen, que procuraron evitarlo por las más diversas formas. En las ciudades portuarias, con un intenso tránsito de personas e ideas, resultó particularmente complejo. Generalmente, se intentó conseguir la cooperación de sus oligarquías en la tarea, algo que se compensó haciendo la vista gorda en el manejo de los negocios municipales. En líneas generales, el pacto funcionó durante bastante tiempo, como aconteció en el Alicante del siglo XVIII. Sin embargo, el inicio de la guerra de la Independencia puso literalmente patas arriba todo, empezando por la propia titularidad de la Corona.

                Al igual que en otros puntos de España, se produjo una conmoción social, algo que en el fondo se venía temiendo desde hacía años. Desde 1775, las levas de vagos habían tratado de aminorar la presencia de transeúntes y personas marginadas. Con el crecimiento de la ciudad a comienzos del siglo XIX, el mantenimiento del orden público en sus barrios resultaba problemático. El comportamiento de mujeres consideradas de mala conducta no ayudaba a calmar los ánimos. La inquietud llegó a tal extremo que en 1806 se prohibieron los fuegos artificiales.

                Todo ello se desbordó en mayo de 1808, cuando la flamante Junta Suprema de Gobierno del Reino de Valencia intentó frenar el descontento en Alicante, que no solo alcanzaba a los invasores napoleónicos y a sus compatriotas franceses. A 27 de mayo, se ordenó no obedecer al gobierno napoleónico, acompañándolo de una llamada al restablecimiento del orden público.

                Sin embargo, el mes de junio trajo un agravamiento de la tensión. A 8 de aquel mes la Junta procedió contra los malvados que sembraban el desorden, tachados de espías de los franceses. Se ordenó entonces aplicar la pena de muerte a los que atacaran las cuadrillas o fuerzas de la gente honrada, cuya tarea era rondar para garantizar la seguridad. Sintomáticamente, se vedó a las mujeres salir a la calle desde las primeras oraciones. También se hizo responsables a los padres de familia del comportamiento nocturno de sus hijos, criados y dependientes. La agitación iba enseñando sus caras sociales, y se destacó a una patrulla del regimiento de caballería destacado en la ciudad para cortarle las alas.

                Con semejante ambiente, la leva patriótica se consideró una doble bendición, tanto para librarse de gente subversiva como para enfrentarse a los napoleónicos. Los problemas de 1775 volvieron a plantearse en 1808, y a 10 de junio la Junta volvió a lanzar sus amenazas contra los que debían alistarse en el ejército. Algunos eran incluso ocultados por los alcaldes de barrio y por sus propios parientes. La solidaridad vecinal y familiar se imponía al deber patriótico, que no solo tuvo que enfrentarse a Napoleón. En el fondo, aquella guerra fue mucho más que una lucha por la independencia.

                Fuentes.

                ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL DE ALICANTE.

                Bandos de la guerra de la Independencia.