LAS BOLSAS CAEN. Por Antonio Parra García.

16.10.2014 16:52

                

                Caen las bolsas y tiembla la Unión Europea. Alemania la poderosa, que tantas lecciones ha querido dar a los demás, no beberá las mieles del crecimiento futuro. La idea del lucro cesante nacional atenaza a los gobiernos más poderosos, y la incertidumbre se cierne sobre todos nosotros.

                ¿Falla algo? Vivimos tiempos difíciles, pero nuestro continente no ha sido asolado por una guerra industrial, los Estados Unidos son conscientes de su papel dirigente en la economía internacional, no seguimos el patrón oro y la cooperación internacional ha progresado notablemente desde 1929. No es poco, pero los mecanismos de control financiero han demostrado igual carencia de control.

                La desfachatez de las negras tarjetas muestra a la ciudadanía que poco remedio se ha procurado desde que la crisis fuera anunciada. Las carencias éticas potencian extraordinariamente la indignación e impacientan a demasiados, que no encuentran lógicos los sacrificios de los recortes, especialmente cuando coinciden con errores de planteamiento.

                Los alemanes fabrican sofisticados automóviles promocionados con singular patrioterismo por despampanantes modelos de rubios cabellos, pero son los más prosaicos españoles, italianos y griegos los que los compran. El empobrecimiento de la Europa meridional, reducida a reserva turística regida por pesadas burocracias, no ayuda al crecimiento general precisamente.

                Toda economía sana necesita producir riqueza para poder gastar. Si los fondos europeos han servido para fortalecer los clientelismos y los créditos han nutrido las triquiñuelas inmobiliarias, nuestra capacidad de compra se hunde a la larga. Es necesaria una autoridad europea fuerte, más allá del Banco Central, capaz de impulsar una verdadera política de crecimiento desde la realidad territorial.

                    

                Salen a relucir, en el fondo, nuestras abdicaciones: la de Alemania como dirigente competente de Europa, la de las entidades financieras como fuentes de crédito productivo, la de los ciudadanos como elementos que no se resignan al consumismo. La caída de la bolsa nos enfrenta a la realidad, la de los fallos que nos impiden superar la crisis.