LAS ESCLAVAS DE LAS GENTES DE LA IGLESIA. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

09.01.2022 11:05

               

                La esclavitud no quedó relegada a los siglos de eso que hemos llamado la Edad Antigua, la de griegos y romano, ya que se mantuvo como tal a lo largo de la Edad Media, y gozó de una nueva juventud en los comienzos de la Edad Moderna, cuando el pensamiento del Renacimiento volvía en ensalzar la condición humana.

                Tal paradoja era fruto no solo de la admiración que las personas del siglo XV sentían por los conquistadores romanos, sino también por la sed de lujos de los aristócratas, nobles o no. Las guerras y las empresas marítimas alimentaron el tráfico de esclavos, legitimado a veces por motivos religiosos. Las fronteras de Granada y el Atlántico atrajeron a esclavistas de toda laya, convirtiéndose los reinos hispanos en puntos de importancia capital al respecto.

                La Iglesia no permaneció al margen de tal movimiento. No pocos eclesiásticos tuvieron esclavos de toda condición, incluidas muchachas jóvenes. Algunas habían formado parte de herencias familiares, como las dos esclavas recibidas por doña Leonor Tapia, monja de la Magdalena de Jaén. Ignorando la partición de bienes materna, su hermano Francisco se las arrebató. Alegó que las tenía por donación anterior, pero la justicia real dio la razón a su hermana en 1489. Tales esclavas formaron parte del servicio doméstico de doña Leonor, una aristocrática monja que rechazaba ciertas tareas consideradas serviles, dentro y fuera del convento.

                Disponer de esclavas, especialmente de jóvenes, resultaba muy lucrativo, y el canónigo de la iglesia de Gran Canaria Pedro López de Villería fue resarcido en 1493 por doña Beatriz de Bobadilla por la toma de trigo y cebada de los diezmos con unas muchachas de la Gomera, por mucho que antes hubieran sido declaradas libres.

                Desde Canarias y otros archipiélagos atlánticos la esclavitud avanzó hacia tierras americanas, donde los eclesiásticos tampoco renunciaron a la posesión de esclavos. En 1553 fray Tomás de San Martín logró el permiso y la licencia fiscal para pasar al Perú junto con sus dos esclavas y sus dos esclavos de raza negra. Así se ahorraba pagar impuestos a la corona. El pensamiento de aquellas gentes no hacía al respecto distingos ni por territorio ni por condición sacerdotal.

                Fuentes.

                ARCHIVO GENERAL DE INDIAS.

                Consejo de Indias. Lima, 567, L. 7

                ARCHIVO GENERAL DE SIMANCAS.

                Real Cancillería de los Reyes de Castilla. Registro del Sello de Corte, 148907 (155), 148908 (80) y 149312 (61).